El ajuste asimétrico

El gasto público está cayendo, pero casi todo ajuste ha caído en la inversión. Se ha atacado mucho ese frente y muy poco el gasto corriente. A estas alturas, el gasto de inversión ya ha llegado a niveles que parecen excesivamente bajos.

El gasto del todo el sector público ha caído de USD 12,800 en los primeros cuatro meses del 2014 a USD 11,880 millones en los mismos meses del 2019, una caída que, ajustada por inflación, equivale al 14%.

Eso no está mal, es parte del ajuste que el país necesita, pero incluso con este gasto reducido, el fisco va a cerrar el año con un déficit.

El ajuste, en números redondos, es únicamente algo más de la mitad de lo que hay que recortar, pero eso no quita que el avance haya sido importante y en la dirección correcta. Lo preocupante está en dónde se ha hecho el ajuste, porque todo ha sido en gasto de inversión y casi nada en gasto corriente. Y este tema fue uno de los que más resaltó el director de investigación económica del BID en su última visita al Ecuador.

El gasto de inversión, que durante el gobierno anterior se infló demasiado y que además fue la fuente principal de la corrupción en la contratación pública, ha caído mucho, quizás demasiado. Hoy es dos tercios de lo que era en 2014. Pero incluso ahí hay diferencias.

El sector público tiene algunos componentes.
Están los gobiernos seccionales, las universidades públicas y el IESS (las “otras instituciones”), donde la inversión no ha caído; están las empresas públicas (que dependen del gobierno central), donde la inversión está en menos de la mitad de lo que estaba en el 2014 y está el gobierno central donde la inversión está en casi la décima parte de lo que estuvo hace cinco años.

En otras palabras, la caída del gasto de capital es por una fortísima contracción de lo que invierte el gobierno central y las empresas que controla.

Por su parte, el gasto corriente crece. Hoy está un 14% por encima de lo que estaba en el 2014, claro que jalado por lo que gastan las ya mencionadas “otras instituciones”, por un mayor pago de intereses y por la reactivación del pago de lo que se le debe al IESS. Pero también se gasta más en sueldos de funcionarios públicos y en “otros gastos corrientes” como luz eléctrica, gasolina o medicinas adquiridas por el gobierno.

En resumen, el gasto total cae porque se está estrangulando el gasto de inversión del gobierno central y de las empresas que dependen de él. Y cae sólo porque la contracción de la inversión es tan grande que supera el crecimiento del gasto corriente.

Hay que cambiar el énfasis y centrar la atención en el gasto corriente y en todo lo que no está bajo el control directo del gobierno central. Los municipios también deberían enterarse que estamos en época de austeridad.