La filósofa americana Martha Nussbaum ha desarrollado lo que se conoce como: “La Teoría Cognitivo-evaluadora de las Emociones”. Esta teoría selecciona determinadas emociones como la vergüenza, el asco, la felicidad, el amor, la compasión, la ira y otras, con la idea de encontrar la racionalidad en ellas y darles un valor.
Veamos la emoción de la ira. Tradicionalmente, señala Nussbaum, la ira ha sido concebida como una ofensa degradante contra mí y los míos; y, esta emoción combina el malestar con el deseo de venganza. A su vez, dice la autora, la ira contiene dos ideas: 1) que existe una relación entre la ira y el amor propio (protesta contra la injusticia); y, 2) que esta emoción tiene carácter destructivo (la idea de venganza o retribución forma parte de la ira).
Nussbaum reconoce que la ira es una emoción que surge por la idea de la injusticia y que esto provoca la necesidad de venganza. Es decir: idea de injusticia + venganza = ira. Hasta aquí, creo que coincidimos en que no hay nada novedoso. Sin embargo, el aporte de Nussbaum es que invita a reemplazar la idea de venganza por la de transición.
Esta última no desea la venganza, sino que se enfoca en que “frente a la injusticia, hay que hacer algo al respecto”.
La persona busca disminuir actos injustos. Un ejemplo de lo dicho fueron las acciones de Martin Luther King frente a los terribles sucesos que se cometieron en contra de los afroamericanos. Luego de los ataques sufridos contra su persona y su gente, él no optó por la venganza, sino que aplicó la ira de transición (marchas pacíficas, discursos, escritos).
Acciones específicas y hechos puntuales que permitieron avanzar del punto A al punto B, siendo B el bienestar general. A veces me pregunto si es posible en Ecuador cambiar la ira a secas (deseo del mal al otro y búsqueda de su sufrimiento) por acciones de transición (¿cómo puedo mejorar esto?). ¿Es posible para nosotros, frente a las injusticias sociales, plantear acciones alternativas a la venganza?