Dos datos preocupantes se hicieron públicos en la semana pasada: la inflación en los Estados Unidos y la inflación en Europa. Ninguno de los dos datos está anunciando el fin de la civilización occidental, pero sí podrían desatar una cascada de hechos que terminen frenando la recuperación de la economía mundial. Y eso tendría efectos dañinos para el Ecuador.
Para octubre, la inflación anual en los Estados Unidos fue de 6,2%, la más alta en más de 30 años, mientras que en Alemania, con una inflación de 4,5% el mismo mes, se llegó a niveles que no se habían visto desde inicios de los años 90, cuando la economía de ese país todavía sufría por los desequilibrios derivados de su reunificación.
Esas altas inflaciones tienen varias causas pero pocos remedios. Las causas, como muchas cosas en economía, se pueden dividir en aquellas que vienen del lado de la demanda y aquellas que vienen de la oferta.
En el lado de la demanda hay dos razones por las que los hogares en esos países están con plata y la quieren gastar (que dicho en palabras complicadas sería que “mantienen alta la demanda agregada”): el fuerte gasto público y la importante creación de dinero por parte de sus bancos centrales.
Cuando arrancó la pandemia, muchos países desarrollados dispararon su gasto público para “poner dinero en los bolsillos” y así evitar tanto dramas humanos como una contracción aún más fuerte. Por otro lado, la Reserva Federal de los Estados Unidos (Fed) y el Banco Central Europeo han mantenido las tasas de interés bajas e incluso han creado dinero para mantener la economía “moviéndose”. Este “quantitative easing” fue especialmente generoso en los Estados Unidos, pero se lo ha implementado en muchos países desarrollados.
Además, la oferta también ha estado frenada y eso genera una presión al alza en los precios. Hay problemas en las cadenas de suministros a nivel mundial, problemas con el transporte marítimo y dificultades en la provisión de ciertos bienes como micro chips. Eso ha causado una escasez de productos tan variados como autos o tarjetas gráficas para computadoras. También, en Estados Unidos e Inglaterra hay escasez de camioneros, lo que complica el transporte de bienes.
El resultado de todo esto es el aumento de precios ya comentado y el problema es que todas las soluciones pasan por temas monetarios, es decir, por dejar de crear dinero o por subir las tasas de interés y ambas medidas pueden ser contractivas y tener efectos colaterales.
Por ejemplo, si suben las tasas de interés en los Estados Unidos, nuestras tasas también subirían y hasta podría caer el precio del petróleo. Ojalá las autoridades monetarias de esos países no entren en pánico y no tomen medidas apresuradas.