“La única medalla que he cargado en mi vida es la de la Virgen María. La del Mérito Nacional la llevaré en el corazón como latido de esperanza”.
El pasado día 14 de diciembre del 2021, el Presidente Constitucional de la República, Don Guillermo Lasso, me impuso la Medalla al Mérito Nacional por iniciativa de un grupo de gente buena y agradecida. El motivo aducido han sido los 30 años pasados en el Ecuador (ciudadano ecuatoriano soy) dedicado a la tarea pastoral y a ayudar en lo posible a la legión de empobrecidos y vulnerables (unos de dentro, otros de fuera) que transitan por los caminos del país.
Entonces, abrumado por las muestras de afecto, dije dos cosas que me parece importante compartir ahora: la mejor medalla que yo he recibido es el hecho de haber vivido y trabajado en el Ecuador durante los últimos 30 años de mi vida. Solo traté de ser dócil a lo que, por medio de la Iglesia, entendí que era voluntad de Dios. Desde otros intereses, más domésticos y tendentes al bienestar personal y familiar, puede que no me hubiera movido nunca de mi patria chica, allí donde la tierra y el mar conviven, a pesar de la dureza del invierno y de las galernas marinas, y en donde siempre he sido muy feliz.
Y otra cosa. Siento desde lo profundo del corazón que esta es una Medalla muy repartida. Todo lo que hice, las más de las veces poco, cotidiano e irrelevante, solo se entiende desde el trabajo compartido en Cáritas y desde la solidaridad de muchos voluntarios y benefactores. Yo he formado parte de esa red de solidaridad que, a decir del papa Francisco, es la caricia de la Iglesia acampada entre los pobres. Bueno es, a mi juicio, reconocer el trabajo de muchos y la presencia entre los predilectos de Jesús.
La única medalla que yo he cargado en mi vida es la de la Virgen María. La del Mérito Nacional la llevaré siempre en el corazón como un latido de esperanza, compuesto de oración, gratitud y buenos deseos para con un país precioso y solidario que supo acogerme y que, a pesar de sus heridas y flaquezas, ha sabido siempre compartir el pan y la esperanza.
Gracias, Presidente. Gracias a todos. Gracias por ser ecuatoriano.