El presidente del Ecuador, Guillermo Lasso, asumirá desde este mes la presidencia pro témpore de la Comunidad Andina (CAN).
La falta de liderazgo de los presidentes que generalmente han conformado la CAN (Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia), así como la carencia de una visión estratégica del protagonismo que podría tener este esquema de integración para el desarrollo de los países miembros ha hecho que importantes proyectos e iniciativas hayan quedado truncos.
La CAN es uno de los mecanismos de integración más antiguos de América Latina. Tiene 52 años. Cuenta con 15 organismos que son parte del “Sistema Andino de Integración”: el Consejo Presidencial Andino, el Banco de Desarrollo de América Latina (CAF), el Tribunal Andino de Justicia, el Parlamento Andino, entre otros.
En términos institucionales la CAN ha avanzado mucho más que otros esquemas de integración: Mercosur, Celac, Prosur, Alianza del Pacífico, Unasur, ALBA, entre otros. Buena parte de los esquemas de integración que acabo de mencionar tienen como eje prioritario el intercambio comercial, mientras que el estatuto de la CAN le permite operar en diferentes ámbitos.
No obstante, es necesario reconocer que la CAN no está en su mejor momento. Si el término apropiado no es crisis, podría decirse que está desorientada y en la cual cada una de sus partes funciona sin mayor articulación en torno de objetivos comunes.
El Banco de Desarrollo de América Latina (CAF) es lo más rescatable. A través de sus oficinas provee de créditos, recursos no reembolsables y apoyo para la estructuración de proyectos. Sin embargo, en su proceso de crecimiento e incorporación de otros países de la región, la CAF se ha quedado rezagada frente a las necesidades de los países miembros de la CAN: Bolivia, Perú, Ecuador y Colombia. Esta debería ser una prioridad.
En cambio, una instancia que no logra levantar cabeza es el Parlamento Andino. No juega ningún papel medianamente relevante. Si uno lo compara por ejemplo con el Parlamento Europeo, las diferencias son abismales. El Tratado de Lisboa, instrumento jurídico que norma el funcionamiento de esta instancia, fija claramente los ámbitos y competencias de actuación. Tiene amplios poderes en materia legislativa, control de los presupuestos, representación de los países miembros, vigilancia de los órganos de la Unión Europea (UE), revisión de tratados de la UE, evaluación de políticas en materia de democracia, derechos humanos, seguridad, justicia, etc.
La presidencia pro témpore que ahora asume el Ecuador debería ser aprovechada para hacer una reingeniería integral de la CAN. Es nuestro espacio natural y debemos potenciarlo no solo para que funcione mejor en materia comercial. Se podría hacer mucho en otros aspectos también prioritarios como son el fortalecimiento de las instituciones y la democracia, los derechos humanos, seguridad, pesca ilegal, movilidad humana, desarrollo industrial e innovación, educación, salud, entre otros.