¿La Fundación, la mera existencia o la subsistencia? Porque francamente Diciembre es ahora el mes de la nostalgia, así como Agosto fue alguna vez el mes de las artes. Hay una sensación de vacío, de pérdida irreparable y hasta de vergüenza ajena y propia por los alcaldes elegidos. Un acto de complicidad colectiva al ver a una ciudad deslucida en cámara lenta frente a nuestros impávidos ojos. Pretendemos homenajear a Quito cuando no nos hemos esmerado en protegerla.
¿Celebramos la obra? Mucho de lo poco que se hizo, se lo construyó al revés. Levantaron un aeropuerto moderno pero las vías rápidas de acceso llegaron meses después; a los restos mortales de la terminal aérea anterior la rebautizaron como parque, pero sigue siendo un himno al asfalto y al hormigón; largaron un proyecto ambicioso de movilidad bajo tierra aunque no tienen mucha idea ni de la tarifa ni del financiamiento ni de la administración. El Metro, que debía convertirse en una solución, es hoy un dolor de cabeza.
Con el correr del tiempo se derrumbaron patrimonios arquitectónicos, se descuidó el espacio público y se domicilió el escándalo en la administración. Algunas buenas ideas naufragaron por mal manejo o falta de control, como los Guagua Centros, y otras degeneraron en caprichos archivados de la adolescencia, como el Festival Quitonía. La Feria Jesús del Gran Poder ya no está y la Reina de Quito debió reinventarse para poder sobrevivir. Quizás entonces deberíamos celebrar nuestra capacidad de adaptación, aunque realmente se sienta como resignación.
Podríamos también bailar por los buenos tiempos. Esta tierra sí que tuvo alcaldes legendarios como Sixto Durán Ballén, Rodrigo Paz y Jamil Mahuad aunque al final resulte ser una capital huérfana desde hace casi 20 años. En este milenio nos acostumbramos tenebrosamente a la decadencia y aunque la salida de Yunda unió circunstancialmente a muchas voluntades, lo cierto es que la crisis de liderazgo es notoria.
Y claro, que Yunda regrese a contar chistes frente al micrófono de su radio sí que debe ser motivo de festejo, pero tampoco hay que perder tiempo en nimiedades. Quito necesita urgentemente que brindemos menos y que estemos más atentos porque si no, nos llevan en peso. Nos han hecho creer que “estamos bien” trayendo a Sting, implantando edificios rimbombantes y colapsando la movilidad con un ciclopaseo mal planificado.
No me cabe duda que hoy somos menos ciudad y ciudadanos menos comprometidos, bajo la sombra peregne del abandono, la indiferencia y lo inconcluso. A celebrar cuando hayamos trabajado en la refundación y en el rescate, cuando vuelva la eficiencia y el civismo. Si no reaccionamos son capaces de arrebatarnos incluso el campeonato de cuarenta, el canelazo y hasta el “Viva Quito”.