La reforma pone en tensión a las universidades. Una de ellas es la Pontificia Universidad Católica del Ecuador, PUCE, que en estos días fue remecida por entendibles contradicciones internas, pero que fueron aprovechadas desde fuera para desprestigiarla, por contados “intelectuales” del oficialismo. Por fortuna, desde el interior aparecen espacios de diálogo, como el creado por estudiantes, egresados y docentes de la Escuela de Historia, que a partir de entender la diversidad de opiniones, empiezan a conversar, escuchar y proponer soluciones.
Una de las voces en esta conversa señala que es urgente dimensionar los impactos de una reforma universitaria vertical, elitista y tecnocrática inspirada en el mercado y la competencia: ¿cómo enfrentar la categorización y el cumplimiento de estándares que exigen altos niveles de inversión, en una universidad privada que tiene como principal fuente de financiamiento la pensión de sus estudiantes?
Se reconoce que dentro de la reforma hay algunas medidas interesantes como el pago digno a los docentes, infraestructura pertinente, etc. Pero ¿cómo financiar la mejora sin afectar a los estudiantes de menores ingresos?
La voz destaca que la PUCE es una universidad privada que no vio a la educación como un instrumento de acumulación, sino como una obra social inspirada en una filosofía incluyente y solidaria, la Pedagogía Ignaciana. Sobre esta base implementó desde hace décadas el mecanismo redistribuidor de la riqueza y oportunidades, denominado “pensión diferenciada”, que permitió el acceso a sus aulas de miles de estudiantes pobres. En la práctica, buena parte de este mecanismo fue financiado por los estudiantes de las clases ricas y por los sueldos bajos de los profesores. Sin embargo, en este nuevo momento de justa revalorización de las remuneraciones de los docentes y de otras inversiones, aparecen nuevamente las preguntas: ¿cómo defender y financiar la “pensión diferenciada”? ¿La empresa privada debería apoyar a la universidad? ¿El Estado tendría que financiar la educación en la PUCE de los estudiantes de menores ingresos? Sin embargo, frente a la baja de los precios del petróleo ¿el Estado asumiría dicho financiamiento?
No solo es la defensa de la “pensión diferenciada”, sino de una universidad que, a pesar de sus limitaciones y problemas, tiene una vocación humanista expresada en la firme política de protección de las carreras de ciencias humanas y del pensamiento crítico, tan denostados por el poder.
La PUCE y la Compañía de Jesús enfrentan un reto serio de continuidad institucional y filosófica, donde la protesta y el discurso reivindicativo son válidos pero insuficientes. Cabe aprovechar el remezón para plantear soluciones y crecer, en el marco del respeto, de la crítica y autocrítica; de la escucha y el diálogo informado.