¿Tenemos derecho a quejarnos y criticar? Nos hemos dejado paralizar por el miedo y el quemeimportismo, dejando que unos pocos hablen, actúen y reclamen por todos. Somos cómplices y encubridores de nuestro presente como país. Quien votó una vez, sin consciencia, es cómplice. Es cómplice, quien hace negocios y calla aquello que le adeudan. Quién aún cree en el cambio, actúa en complicidad. Si resguarda su trabajo y, por eso calla, es cómplice. Es cómplice quien sólo se preocupa por su trabajo, su casa, su familia, de a poco, más temprano que tarde, quedará en la calle. Cómplices quienes no gritamos nuestras ideas libremente, sobre papel o en la calle. Cómplices los políticos que lanzaron sus nombres sin pensar en unión.
Encubridor aquel, que por inconsciencia no actúa en unión. Encubridor, quien negocia con el futuro del país. Encubridor, aquel que funciona al ritmo que se le pide y, no es valiente para hablar su realidad. Encubridor, hombre o mujer, de negocios que, egoísta, piensa en su metro cuadrado. Encubridor, quien, inconsciente, en política, no acepta la unión y derrocha en campaña. Encubridor, el periodista que no saque las noticias a la luz. Encubridor, el que guarda en secreto que se le ofreció una coima aunque no la haya aceptado. Encubridor el religioso que no eduque a sus seguidores.
Cómplice y encubridor quien fomenta la corrupción haciendo obras con plata ajena.
Cómplice y encubridor quien no grita porque, en fiestas, se quedan con dinero que no es propio sino del pueblo, centavos dirán. Cómplice y encubridor quien espera la plusvalía y no reclama porque afectará a todos, al que menos se lo espera, mientras bebe su cerveza. Cómplice y encubridor quien tira billetes, ajenos, en fiesta y, la baila en plazas con sonrisa hipócrita.
Todos, en diferentes niveles, somos cómplices y encubridores, con o sin plena consciencia de nuestros actos. Si no hablamos con libertad, si no sacamos los secretos a la luz, denunciando, con pruebas, todo aquello que, sabemos que pasa. Si somos parte del equipo que calla por egoísmo propio, en búsqueda del bien personal y no con visión de futuro, con la mira en el bienestar general. Si el país no prospera, no prosperarán los individuos a largo plazo. ¿tenemos consciencia de esto?
El pasado es lo que es, no podemos cambiarlo. El presente es el momento para crear un cambio, que salga a flote la sinceridad, la sabiduría, el patriotismo. El futuro es nuestra decisión y responsabilidad. Sobre todo, demostración de seriedad y responsabilidad de los políticos, que inscriben sus nombres junto al de personas que no están preparadas para enfrentar un futuro incierto y difícil. Lo que sea por un voto en un papel que, ¿quién sabe cómo será contabilizado?, de manera irresponsable y sin consciencia de pueblo. No seamos más cómplices y encubridores del fin del Ecuador, total, el juicio de la historia no se detendrá.