Terror tras abandono

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El reciente secuestro de una pareja de jóvenes ecuatorianos, que se suma al vil asesinato de cuatro militares y tres miembros de este Diario, demuestra la iniquidad de sus autores, la gravedad del problema que soporta la zona norte de la provincia de Esmeraldas y el inminente peligro de que se extienda a otros sectores vulnerables.

El expresidente de Colombia, Andrés Pastrana, quien inició durante su mandato las conversaciones con la dirigencia de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia, FARC, con el propósito de llegar a un acuerdo de paz, pero luego desistió de tal negociación y, más bien, emprendió el Plan Colombia, manifestó hace pocos días que el tráfico de la droga es de incumbencia mundial y reveló que en el Departamento de Nariño, existen sembríos de coca que sobrepasan las 250.000 hectáreas, lo que constituye una de las mayores plantaciones de ese arbusto, aseveración que pone de manifiesto un considerable grado de culpabilidad de sus mandatarios.

Los Embajadores de Estados Unidos, China, Gran Bretaña, Francia, España y México se reunieron esta semana con el presidente Lenín Moreno y le ofrecieron la ayuda de sus respectivos países en la lucha contra el crimen organizado, que ojalá se haga pronta realidad.

Los lamentables sucesos registrados motivaron la condena de numerosos gobiernos y organismos internacionales y expresiones de solidaridad a las autoridades y al pueblo del Ecuador.

En el ámbito interno destaca el pronunciamiento de la Asamblea Nacional a través de un comunicado mediante el cual manifiesta que “La crisis de la frontera norte demanda firmeza y unidad de todas las fuerzas políticas” y su llamamiento a los Ministros del Interior, Defensa y Relaciones Exteriores para que informen sobre su actuación ante tan complejo conflicto. Lo preocupante es que, dentro y fuera del recinto legislativo, hay quienes pretenden politizar tan delicado asunto y pescar a río revuelto, sin que les importen las consecuencias funestas de tal actitud.

Sobre alias Guacho, presunto cabecilla de la banda que ha instaurado el terror en la zona, no se sabe con certeza el lugar de su nacimiento, pero se conoce que ha permanecido diez años en las FARC como experto en explosivos y que ha perpetrado varias masacres hasta que se retiró de ese grupo a raíz de la suscripción del acuerdo de paz. Se afirma que actualmente protege “a sangre y fuego” cultivos, el procesamiento y transporte de coca en Nariño, aparentemente en conexión con carteles de México y, una vez que los Gobiernos y las Fuerzas Armadas de Colombia y Ecuador se han impuesto como objetivo prioritario su captura, se considera que en realidad no sería la panacea, ya que es probable que en ese caso surjan otros guachos, por lo que es necesario que se apliquen medidas que incluyan preferentemente la debida atención a las múltiples necesidades de los habitantes las dos franjas fronterizas.

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