Se aprendería la lección

Avanza el proceso de concreción del Acuerdo Comercial con la Unión Europea. Finalmente el representante del Gobierno firmó los pertinentes documentos oficiales con su par europeo. Ahora viene la larga tramitación de las pertinentes autorizaciones por las instituciones de las partes. Hasta tanto, el Ecuador espera conseguir una transición que le permita mantener las preferencias arancelarias de la UE, contempladas en el sistema general que concluye este año, extendiéndolo por el lapso necesario hasta acabar toda la parafernalia legal y operativa indispensable para la puesta en vigor de este Acuerdo.

La noticia es muy buena para los intereses nacionales a pesar de la innecesaria demora incurrida en su cristalización. Finalmente el país se adhirió al convenio firmado por Colombia y Perú, del cual se separó a medio camino y ahora lo retoma con sensatez. Ojalá, en la nueva etapa de conclusión de la negociación, no surjan hechos o decisiones que lo pongan en peligro, especialmente provenientes de ciertos funcionarios públicos cuya evidente inconformidad se aprecia en sus públicas definiciones dogmáticas, que fueron precisamente las causantes de esta costosa dilación.

Lo lamentable es el costo derivado de la indefinición. Muchos proyectos de expansión productiva basados en mayor capital de riesgo fueron pospuestos, dejando el camino expedito a favor de la oportunidad de explotar nichos de mercado internacional a los competidores de otros países. También, la negociación directa hecha con la UE, trajo condiciones de exportación desventajosas al banano, que a partir del 2015 pagará un arancel superior al de los vecinos.

En fin, ahora cuando las condiciones internacionales no nos ayudan, o mejor nos crean complejos problemas de viabilidad económica, es cuando se aprecia el valor de la promoción de exportaciones y defensa de los mercados conquistados. Qué bien nos habría sentado algunas decenas de millones de dólares recibidos como consecuencia de la política calificada y selectiva de apertura comercial. Con EE.UU. ya tendríamos casi 10 años de aquello y con la UE estaría en pleno vigor. De seguro se tendría un portafolio de ventas internacionales más diversificado y sólido.

¡Pero qué le vamos hacer! Lo perdido, perdido está. Toca empeñarse en la multiplicación de este acuerdo con otros países y regiones para cosechar lo más pronto, defendernos mejor y ayudar a salir del embrollo.

Cuando escribo esta columna (martes 16), el precio del petróleo WTI está alrededor de 56 dólares, con un diferencial en contra de 10 dólares. El país pierde casi 40 dólares por barril. Y, si estas condiciones se mantienen (ojalá no sea así), serán necesarios dos barriles para pagar la deuda con China que antes se cubría con uno.

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