anegrete@elcomercio.org
Desconcertó la imagen protocolaria de la reunión de jefes militares y diplomáticos de Colombia y Ecuador el 16 de abril en Carondelet. No faltó nada, solo el dolor de un pueblo que no necesita del oropel para expresar lo que siente: angustia y frustración infinita.
No es momento para ensayar el discurso represivo y una cruel “caza de brujas”; la coyuntura demanda una paz cierta y no labrada en medio de confusiones e intereses ideológicos, políticos y quizás de otra índole- como hay indicios o sospechas de los años recientes. La violencia fue sorpresiva y las decisiones estratégicas de disuasión y defensa son imperativas. La dilación ya no es posible, las víctimas la prescribieron
Cada gobernante es dueño de su propia suerte, pero también de una gran parte del país que conduce. Pronto será el momento para determinar responsabilidades en esta materia del gobierno pasado, sin perjuicio de que si lo hicieron –lo sospechamos con rencor-, también los permitimos.
Por eso resulta inexplicable que en protocolos binacionales y declaraciones internas insoportablemente insulsas se posterguen las decisiones urgentes. No se trata de comparar escenarios, pero añora recordar aquellas expresiones: “combatiremos en Francia, combatiremos en los mares y los océanos, combatiremos cada vez con mayor confianza y fuerza en el aire; defenderemos nuestra isla a cualquier precio. Combatiremos en las playas, en los lugares de desembarco, en los campos y en las calles; combatiremos en las montañas”
Es probable que se olvide quien lo dijo, pero no la fe en su nación y la necesidad de combatir sin claudicaciones.
Los ecuatorianos seguiremos cargando con pesar y orgullo los restos de nuestros civiles y militares caídos. Quisiéramos que fueran los últimos, pero debemos ser realistas; por ende, estar preparados en los frentes políticos, militar y de inteligencia como un estado digno en el siglo XXI.
Es hora de que los señores militares y diplomáticos de Colombia regresen a sus cuarteles; apreciamos su solidaridad, pero en cuanto a consejos, llegaron tarde. Y, los nuestros, a sus despachos hasta que el primer mandatario les haga entender que “por convenir al buen servicio” “ya no son necesarios. Tenemos anhelo de que el futuro nos ayude a superar el recuerdo de Paúl, Javier y Efraín, pero no es posible. Con o sin sus restos, seguiremos adelante y nadie podrá secuestrar la memoria. En la entrevista a CNN el presidente Juan Manuel Santos dijo que Colombia ha estado 50 años en lucha. El entrevistador Fernando del Rincón, pretendió repreguntar, pero no salió la repregunta -“y que hizo el Ecuador mientras tanto”.
No podemos olvidar que hasta culmine el periodo y más aún durante la espantosa tiniebla que traspasamos el presidente Moreno es el único conductor. Ha dado muestra de valentía y dolor públicamente. Solo le falta aceptar las renuncias de funcionarios incompetentes y sospechosos de no saber de qué lado están.