Hace más de 25 años las paredes de Quito fueron blanco de una ola de graffitis particulares. Distaban de los insultos y los garabatos pandilleros. Tenían como ingredientes el ingenio, la picardía, un sentido contestatario. Desde ese tesoro que viajaba de pared en pared he recuperado la frase que identifica a este artículo.
Contrariamente a lo acostumbrado, aquí la calma no está relacionada con la paz y la tranquilidad. Se asocia con la inacción, el silencio cómplice, la falta de propuesta. El miedo está conectado, esta vez, con pasividad, adaptación, disciplinamiento…. Y eso asusta.
Calma extrema de la ciudadanía identificamos en múltiples temas cotidianos. Ha sido insólita la calma en tópicos sensibles: corrupción, seguridad, código de la democracia, reformas económicas, asalto a las bases de datos. Parecería que la acción del poder nos ha bastado. Esperamos. Hay poca ciudadanía expresándose.
Sin embargo, y para reivindicación de la democracia, la calma ha empezado a fisurarse lentamente… despenalización del aborto por violación, minería depredadora, violencias cotidianas, femicidios, empiezan a mostrar públicamente -en la calle, la prensa, las redes- lecturas alternativas. Las manifestaciones empiezan a emerger, con gritos que buscan escucha, con carteles que revientan el pensamiento único. Ojalá no pierdan su carácter pacífico y creativo.
La educación es uno de los campos en que menos se reacciona y propone, a pesar de su trascendencia. Mundo signado por una calma paralizante. Temas candentes como Yachay, evaluaciones, escuela multigrado, violencia, cambio curricular, nuevos textos, emergen y pasan de moda sin expresiones ciudadanas. ¡Qué miedo!
Para ilustrar, tres ejemplos. El caso Yachay, cuyas implicaciones educativas, científicas, empresariales y las deficiencias en las construcciones volvieron al subterráneo de donde salieron. A una calma franciscana.
El caso de las evaluaciones estandarizadas, especialmente Ser Bachiller, resucita periódicamente, cuando están en juego los cupos universitarios. Sin embargo, la constante es la calma silenciosa frente a su pertinencia y enfoque.
Los textos escolares… La decisión de entregar su producción a editoriales privadas, no se acompaña de discusión sobre varias implicaciones: adoctrinamiento, ética, valores, revisión del currículo, habilidades para la vida.
Tres casos que no son aislados. Casos que nos impulsan a redefinir la calma con calma para no naufragar en la quietud. Siempre será mejor convivir en paz con múltiples opiniones, sonidos y colores, que resignarse a la monocromía de un solo pensamiento o una sola verdad cargada de odio. Mejor un mundo que bulle en preguntas antes que uno satisfecho con respuestas únicas.