Según el Informe 2017 de la Oficina de Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (UNODC), el cultivo de la coca en el mundo creció del 2013 al 2015 en un 30%, especialmente en Colombia. En 2015 hubo 17 millones de consumidores de cocaína y desde entonces está aumentando en Europa, Estados Unidos y países de Asia.
El 30% del producto de la venta mundial de cocaína es objeto de blanqueo internacional, en tanto que solo se ha podido incautar 864 toneladas en 163 países, que se estima es la sexta parte de la cantidad que se comercializa en el mundo.
Todo esto es posible debido a las inmensas ganancias de este ilegal negocio, que impone la corrupción generalizada a base de sobornos en toda la cadena. “Los agricultores de la hoja de coca pueden sobornar a la autoridad que quiere erradicar, los productores pueden sobornar a los jueces y a los agentes de la ley, los fabricantes a los que proveen de precursores químicos, los traficantes a los transportistas y a autoridades aduaneras”. Esta cadena de corrupción criminal solo se puede eliminar si se legaliza el consumo de cocaína porque bajaría el precio drásticamente, como fue el caso del alcohol a principios del siglo XX. Pero esto es una auténtica quimera.
En Colombia el cultivo de coca se hace en territorios abandonados por la autoridad y la sexta parte del total de hectáreas sembradas se produce en Tumaco, en donde el criminal alias “Guacho” disputa con 11 grupos delincuenciales el dinero de los capos mexicanos y la ocupación de territorios a sangre y fuego en los dos lados de la frontera. La erradicación a base de aspersiones de glifosato se suspendió en Colombia porque afectaron a la salud de los campesinos y en su lugar ha hecho programas de erradicación manual que confrontan dificultades insalvables.
Ante esta realidad irreversible, cuyas consecuencias las estamos sufriendo, al Ecuador le toca actuar con planes y estrategias de largo plazo pero que comiencen hoy. Para ocupar el territorio y hacer fronteras vivas en Esmeraldas y Sucumbíos es necesario dar incentivos muy grandes de modo que los pobladores pobres y honestos sigan allí y los inversionistas se decidan a producir y crear empleos. Por ejemplo, no cobrar impuesto a la renta durante diez años a las inversiones que se hagan de hoy para adelante.
Que la unidad nacional no solo sea un decir, que los bancos financien en esta zona a largo plazo y con bajo interés, que será compensado por las ganancias que obtienen en el resto del país. Que, de igual modo, las empresas de telecomunicaciones grandes instalen los equipos electrónicos necesarios para que la población fronteriza tenga televisión nacional e internacional y acceso al internet, pues ahora nada progresa si no se cuenta con estas facilidades tecnológicas. Solo con grandes estímulos no se perennizará la economía criminal, pues el ser humano pobre siempre va en busca de vida.