En diciembre el Presidente Macri inicia el último año de su mandato, y el problema económico que heredó del matrimonio K dista mucho de estar resuelto. El dólar sube como espuma, la inflación se dispara y la economía entra en recesión. El Fiscal imputa a Macri de los delitos de abuso de autoridad y violación de los deberes de funcionario público, al haber llegado al acuerdo con el Fondo Monetario que le dio acceso a un crédito blando por USD 50 mil millones.
Los expertos económicos culparán a Macri por no haber aplicado de entrada un ajuste drástico. Lo que económicamente es óptimo, no siempre es posible: movilizaciones populares, la oposición en la legislatura, y los límites que imponen los organismos de control, como hoy hace el Fiscal.
Con Cristina, el gobierno gastaba a manos llenas dinero impreso por el Banco de la Nación, sin respaldo alguno, lo que alimentaba la inflación; el gobierno la combatía con controles de precios y congelando las tarifas de los servicios públicos. Mantenía un tipo de cambio artificial bajo, perjudicando a la exportación, y los argentinos ahorraban en dólares, aunque era ilegal hacerlo.
Macri liberó al tipo de cambio y las exportaciones se dispararon; subió las tarifas de los servicios, y buscó controlar la inflación y fuga al dólar con altas tasas de interés.
Con ello, logró estabilizar el dólar, pero no la inflación; la exportación comenzó a sufrir. No estuvo dispuesto a frenar el gasto e inducir una recesión para domar la inflación.
Este verano (principios de año) hubo una sequía record, cayó la producción agrícola, la economía entró en recesión, los argentinos fugaron al dólar. Subió el dólar abruptamente, lo cual encarece el servicio de la deuda. Macri busca frenar el alza del dólar comprando pesos en el mercado. Se propone mejorar la situación fiscal, con un impuesto (retención) a las exportaciones, que se benefician de la devaluación.
Es presuntuoso pensar que desde tan lejos y con un conocimiento superficial de la situación, podamos dar una solución. Pero si podemos aconsejar que consideren lo siguiente, en base a la experiencia ecuatoriana:
¿Sube el dólar? Déjenlo subir, aunque cause más inflación y ahonde el problema fiscal. Pero no impriman más pesos. El momento al que se llegue a un dólar tan fuerte que las reservas monetarias igualen o superen en valor al medio circulante, dolarizar. Recordemos, los argentinos aman al dólar. Ese fue el proceso ecuatoriano, que en 2000 frenó la inflación, y comenzó la recuperación económica.
Esto resuelve el problema de hoy, pero expone a la Argentina a un peligro, si vuelve el peronismo al poder. El populismo podría tornar al país en caro y no competitivo, como nos pasa en el Ecuador hoy tras una década de correísmo. No hay solución perfecta.