La Constitución del dispendio

Érase un país que nadaba en recursos. Éranse unos recursos provenientes del petróleo, que parecían infinitos y que, además, cada día crecían y crecían. Érase un país donde esos recursos los administraba el Estado y que parecía un paraíso donde se podía tener un Gobierno generoso, con ‘conciencia social’, con ciudadanos llenos de derechos y escasos de deberes. Érase el Ecuador del 2008.

Éranse unos gobernantes que nunca habían gobernado, que nunca habían administrado nada y que de golpe estaban sentados al mando de un país cuyo Gobierno tenía cada día más ingresos por el extraordinario precio del petróleo.

Érase una asamblea constituyente que más parecía una gran ONG, conformada por personas que durante su vida habían suspirado mucho pero producido poco, por expertos en repartir plata de las ONG, pero no en crear riqueza.

Era la receta perfecta para redactar una Constitución llena de derechos y diseñada para un país de abundancia, con crecientes ingresos, con ingresos que parecían infinitos; para redactar una Constitución que nunca piense en el ahorro, para escribir un texto que se centre en el gasto y que ignore toda prioridad que pueda dársele a temas tan ‘despreciables’ como ahorro, inversión, producción, equilibrio fiscal, riegos naturales, fenómenos del niño, terremotos, desplomes del precio del petróleo, crecimiento económico o creación de riqueza.
Eran el sitio y el momento preciso para escribir la Constitución del dispendio.

Fin de la introducción, vamos a los datos. La Asamblea de Montecristi redactó su Constitución entre diciembre de 2007 y octubre de 2008. En valores ajustados por inflación, en esos meses el barril de petróleo ecuatoriano se vendió, en promedio, a 99,6 dólares actuales. Y justo en el medio de la redacción, en junio 2008, el petróleo llegó a su nivel más alto en la historia: 126 dólares actuales.

Esos fueron quizás los 11 meses consecutivos con los más altos precios del petróleo de la historia. Además, el Ecuador, que había venido produciendo unos 400 000 barriles de petróleo diarios hasta el 2003, para el 2008 estaba en más de 500 000 barriles diarios (gracias al Oleoducto de Crudos Pesados, OCP). O sea, había más petróleo y se vendía mucho más caro.

Con tanta plata, ¿para qué recordar esos aburridos conceptos como ahorro y los otros ya mencionados? Había que tener ‘conciencia social’ y repartir plata aunque eso no sea sostenible. Había que reírse de todos aquellos que predicaban doctrinas tan desactualizadas como “evitar déficits fiscales” o de las personas tan lejanas de la realidad que hablaban de “fondos de ahorro”.Era el momento de refundar la República, mirar el futuro con optimismo, creer que las cosas son gratis, cantarle a la tierra sagrada y despreciar a todo aquel que opine lo contrario. Era el momento de sentar las bases para que el país se farree su segundo ‘boom’ petrolero.

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