Hace siete años, cuando bajaron el encaje bancario, hicieron lo correcto. El problema es que cuando deberían haberlo subido, no lo hicieron. Y ahora, como seguía bajo, tampoco lo pueden bajar y encima, lo suben. Tremendo trabalengua, tratemos de destrabarlo.
A inicios del año 2009, la situación de la economía era compleja. El precio del petróleo había caído y el país se estaba consumiendo sus ahorros (sí, en esa remota época teníamos ahorros!!).
Con la caída del precio del barril, las exportaciones cayeron y tuvimos una balanza comercial negativa, o sea, del país salían más dólares de los que entraban. Eso hizo que los depósitos en el sistema financiero comenzaran a caer y que los bancos empezaran a cerrar sus líneas de crédito.
En ese momento el Banco Central tomó una buena decisión: bajó el encaje. Con eso, liberó dinero para que los bancos pudieran prestar algo más y así logró amortiguar en algo la recesión que tuvimos a inicios de 2009.
Pero claro, el BCE podía tomar esa decisión porque bajo la ley vigente en ese momento, estaba obligado a tener cubierto el 100% del encaje con reservas internacionales líquidas, o sea, tenía la plata necesaria para entregarla a cualquier banco que lo pidiera.
Un par de años más tarde, por ahí por el año 2012 o 2013, cuando la economía mostraba síntomas de recalentamiento (¿se acuerda usted cómo subieron, por ejemplo, los precios de los inmuebles?) hubiera sido el momento de volver a subir el encaje, justamente para enfriar la economía y para poder volver a bajarlo en momentos de necesidad.
Claro, también hubiera sido ideal que el gasto público no suba tanto en esos años para no tener que bajarlo en momentos de menores precios del petróleo. Lo ideal hubiera sido aprovechar el boom para fortalecer la posición del país en el largo plazo, pero no se lo hizo.
Porque ahorrar en épocas de riqueza o subir el encaje en épocas de recalentamiento es hacer una política anticíclica. Es ser cautelosos cuando hay plata, justo para no tener que hacer duros ajustes cuando las cosas están mal.
Así, en el 2015, cuando el país estaba en una situación comparable a la del 2009 (balanza comercial negativa, recesión, depósitos cayendo y créditos contrayéndose), debía repetirse lo del 2009, es decir, bajar el encaje. Pero eso era imposible porque nunca lo volvieron a subir en el 2013, porque nunca aplicaron una política anticíclica. Además, a fines del 2014 habían cambiado la ley y el BCE ya no estaba obligado a tener el 100% del encaje respaldado con reservas internacionales líquidas.
Y ahora suben el encaje cuando deberían bajarlo, porque no les queda otra opción, porque todo lo que hicieron antes estuvo mal y porque están, en términos técnicos, “chiros”.