No hay mejor película que aquella de la que no sabemos nada y nos sorprende. Me acaba de pasar con una obra de ficción de un director español poco conocido, Paco León, que se llama Carmina y amén. Vale la pena buscarla para pasar noventa minutos desconcertantes, que recuerdan al mejor Almodóvar de todos.
Carmina o amén cuenta la historia de una mujer dura y entrañable, que fuma como un español. Su marido muere inesperadamente de un ataque al corazón y ella decide esperar todo el fin de semana sin decir palabra para cobrar el lunes la bonificación extraordinaria que les pagará el Estado.Así comienza una obra esperpéntica, cargada de humor negro, que roza el surrealismo, y que le permite a este sevillano de 40 años trazar un fresco de la España actual, en crisis, que bajo la fachada de modernidad esconde sus buenas taras. Pero no hay mala leche en Paco León. Nada que ver. Su mirada resuma ternura por los personajes, interpretados de forma extraordinaria por su madre (Carmina Barrios) y su hermana (Mary León).
Carmina y amén es la secuela de Carmina y revienta, un falso documental que recrea la historia de esta mujer insólita. En la ópera prima León ubica a Carmina como propietaria de un bar y la pieza gira alrededor de las vicisitudes y traspiés de su vida.
Carmina y amén es una secuela de una ópera prima exitosa, pero sin duda mejora el producto original y habla de una madurez del director para pasar del falso documental –algo plano– a esta construcción de un momento desopilante de la vida de Carmina que rebosa genialidad. Además, cierra la saga y habrá que esperar lo que este realizador promete. Que es mucho.
Otro momento delicioso surge cuando sus amigas de visita hablan de la situación frágil de la monarquía, con el tema de Iñaki, la acusación de su hija y el tema Corinna.
Carmina y amén posee demasiados diamantes incrustados a lo largo de su historia: el momento en que Carmina se fuma el primer porro en su vida, las amigas mayores y la profesora de reiki hablando del cultivo de estupefacientes, o la profesora haciendo alusión a que acostarse con un negro es una maravilla porque después de hacer el amor son muy tiernos y serviciales.
Quizás uno de los cuadros más desternillantes es el viaje en moto de Carmina, cuando pierde parte de la ropa y un automovilista jodedor le grita que se parece a Lady Gaga.
Carmina y amén bebe en las aguas profundas de la cultura popular española. Uno de sus referentes fundamentales es Cinco horas con Mario, de Miguel Delibes.
Una novela fundamental de los años sesenta franquistas, donde una mujer de clase media pasa cinco horas con el cadáver de su esposo y aprovecha para reclamarle una vida insatisfactoria.