Luego de varios meses de ausencia, Rafael Correa regresó el pasado fin de semana al Ecuador. A su pesar, sin pena ni gloria. No como el líder máximo de un proyecto histórico – político “admirable” sino como un simple ciudadano al que ahora pocos lo siguen y veneran.
Según ha manifestado, vino a la Convención Nacional de Alianza País que ha organizado una facción para el 3 de diciembre en Esmeraldas. De ahí que se colija que la visita de Correa, en este ambiente de mucha tensión interna, se deba aparentemente a un intento por retomar las riendas del partido, proteger al rebaño de los traidores y castigar a los que se han pasado de bando.
Sin embargo, la llegada de Correa al país se produce en un momento político crucial. Crucial porque en el transcurso de los próximos días emanarán decisiones claves de instancias como el Corte Constitucional (CC), Corte Nacional de Justicia (CNJ), Tribunal Contencioso Electoral (TCE) y Asamblea Nacional.
La Corte Constitucional tiene que emitir informes de constitucionalidad sobre las preguntas de la consulta popular que ha propuesto el presidente Moreno. Una de las juezas, Tatiana Ordeñana, así como la mayoría de miembros del CC, son cercanos de Correa. No se sabe si la presencia de Correa puede inclinar la balanza y ponga en peligro la inclusión en la consulta las preguntas sobre la reelección indefinida y la reestructuración del Consejo de Participación Ciudadana y Control Social, así como otras autoridades de control. Estas preguntas son claves para la continuidad del correísmo.
En la Corte Nacional de Justicia transcurre el juicio contra el Vicepresidente sin funciones, Jorge Glas, por asociación ilícita. Este proceso, a más de las implicaciones jurídicas, tiene un sentido eminentemente político. No sólo está en juego la inocencia de Glas sino también la legitimidad del proyecto político liderado por el Rafael Correa. Las declaraciones del ex secretario jurídico de la presidencia, Alexis Mera, han dejado descolocado a Glas. De ahí que su abogado esté pidiendo la comparecencia de Correa como testigo a su favor.
En el Tribunal Contencioso Electoral se libra otra batalla. Los jueces deberán dirimir si la directiva correísta liderada por Ricardo Patiño o la del grupo cercano de Moreno es la que deberá prevalecer en Alianza País. Aquí también están en juego intereses políticos: el control de la primera fuerza política del país.
En la Asamblea, pese a que la crisis interna de Alianza País le ha favorecido a Moreno, hay comisiones legislativas que están controladas por Correa. Esto se ha traducido en la postura frente a ciertos proyectos de ley, como la de Medios Electrónicos de Pago. Pavel Muñoz, del ala correísta, se ha opuesto para que esto sea manejado por la banca.
Aunque no parezca, lo mencionado hasta aquí es determinante para el futuro político Lenín Moreno o de Rafael Correa. ¿Quién prevalecerá? Veamos lo que ocurre.