Desde remotos tiempos hubo la tendencia a dividir la historia en etapas o períodos, de acuerdo con los más diversos criterios. Cada cultura tuvo su propia división. Los antiguos griegos tomaron como referencia cronológica la “era de las olimpíadas”, que comenzó en el año 776 antes de Cristo. Los romanos contaron el tiempo a partir de la fundación de Roma el año 753 antes de nuestra era. Tomando como referencia la “hégira” -o sea la huida de Mahoma de la ciudad de La Meca en el año 622 de la era cristiana- los musulmanes señalaron esa fecha como el año uno de su calendario. Los pueblos occidentales lo hicieron desde la fecha del nacimiento de Cristo, a pesar de la imprecisión que la rodeaba puesto que el monje Dionisio “el Breve”, comisionado por el pontífice romano en el siglo VI para señalarla, concluyó que el nacimiento fue el 25 de diciembre del año 753, pero pocos la aceptaron.
El poeta griego Hesíodo ocho siglos antes de la era cristiana, Epicuro a fines del siglo IV antes de Cristo y Lucrecio Caro dos siglos más tarde dividieron la historia en tres tramos, en función de los materiales que se empleaban para la fabricación de enseres y utensilios: piedra, bronce y hierro. Séneca, dividió la historia romana en las épocas de “infantia”, “pueritia”, “adolescentia”, “iuventus”, “prima senectus” y “altera infantia”. En la tradición cristiana la historia se dividió en dos grandes etapas: antes y después del nacimiento de Cristo. División que perdura todavía. El filósofo italiano Giambattista Vico, historiógrafo de los reyes, distinguió tres períodos históricos: la “edad de los dioses”, en la que aparecieron la religión, los dogmas y la metafísica; la “edad de los héroes”, en que unos cuantos condotieros conquistaron y dominaron por la fuerza las sociedades; y la “edad de los hombres”, caracterizada por la reivindicación de la razón y por el cuestionamiento a verdades eternas.
El humanista holandés Christoph Keller (1638-1707) -llamado también Cellarius, en latín- dividió la historia de Occidente en tres grandes períodos: Antigüedad, Edad Media y Tiempos Modernos. Después se añadieron nuevas etapas: Edad Contemporánea, Edad Atómica y Edad Electrónica.
El filósofo alemán Georg Hegel (1770-1831) -quien rescató la historia de la teología de la que formaba parte- sostuvo que ella avanza por medio de la sucesión de tesis, antítesis y síntesis. La tesis es el elemento positivo de las cosas, que busca afirmarlas plenamente; la antítesis es su elemento negativo, que tiende a destruirlas; y la síntesis es el resultado final de esa lucha, que contiene la fusión de lo viable de los elementos contendientes y que representa un grado evolutivo superior. Esta es la denominada “tríada hegeliana”, que impulsa la marcha de la historia, sostenida por importantes sectores filosóficos.