Sin darnos cuenta a veces nuestra mente tiende a ser más normativa que descriptiva. Frente a un desafío o un problema, establecemos un objetivo, normalmente aceptado por todos, y dictaminamos cuatro o cinco elementos indispensables, y pensamos que está resuelto.
Por ejemplo, es conocido que es importante mejorar la productividad, lo que requiere incentivar la inversión en bienes de capital, mejorar la capacitación de la mano de obra, facilitar el acceso a tecnología e innovación, establecer fuentes de financiamiento, organizar y capacitar mejor a las pequeñas y medianas empresas.
Sin embargo, cada uno de estos elementos pueden presentar conflictos, o ser insuficiente, lo que hace complejo coordinarlos.
En el sector empresarial, muchas compañías están implementando procesos de cambio relevantes para adaptarse a las nuevas reglas del juego de sus mercados. Pronto descubren que no es solo poner dinero y ganas; sino capacidad de adaptarse individual y colectivamente a nuevos comportamientos, hábitos y capacidades. Cuando identifican los enormes cambios que la cultura ideal requiere para habilitar la nueva estrategia, muchos se sorprenden por las decisiones complejas que no están preparados o dispuestos.
Ambos casos sugieren que se debe considerar la identificación de las brechas entre lo deseado y la realidad actual, desde distintas perspectivas, para dimensionar mejor el desafío, definir prioridades y organizar bien las soluciones.
El país, empresa o familia ideal, todos los podemos describir, unos con más y otros con menos detalle. Pero el hacer realidad ese ideal, pocas veces se cumple en el tiempo y en la forma como la soñamos al inicio.
Hace poco conversaba con un amigo que está en proceso de independizarse luego de una carrera como ejecutivo. “Tenía todo planeado desde hace 5 años¨, me decía. ¨Sabía en lo que iba a emprender, entré al proyecto con anticipación, pero nada ha sido como lo imaginé”, me contaba. “Tres aprendizajes te puedo compartir: Primero, todo lo que imaginé lo fui obteniendo en el triple del tiempo de lo que pensé. Segundo, el diablo está en los detalles, mientras no los enfrentas no sabes en qué estás metido. Y tercero, los imprevistos por reacciones inesperadas, cambios en el mercado o en las normas, pueden hacer que el negocio que pensaste era una mina de oro, en realidad no lo es¨.
Por lo tanto, no es bueno ser tan normativo en todo, o quedarse con la receta simple, sino insistir un poco más en reconocer que la base inicial como la realidad futura deseada demandan un mejor conocimiento, para dibujar una hora de ruta consciente de las realidades y las brechas; y que lo más probable, es que los imprevistos nos harán demorar, y algunas suposiciones cambiarán.
Hacer realidad un ideal, es avanzar con flexibilidad y persistencia.