Era previsible… que a medida que el Consejo de Participación Ciudadana Transitorio empezara a actuar, por mandato popular, retomando la institucionalidad para la democracia, desmantelando el correísmo instalado en el Estado, se iba a generar una ola de resistencia de los fieles del expresidente.
Era previsible que, los altos funcionarios del correato, se iban a defender y atacar. En este proceso, ciertamente, no se iba a encontrar directivos, que acepten sus errores, y que con cierta dignidad, saldrían con discreción, sin exponer al sol, sus cuestionados quehaceres de los últimos años, en las instituciones que dirigieron. Pero no. El cinismo fue parte de aquel estilo político.
Uno de los casos que llama la atención es la actitud desafiante del ex defensor del pueblo contra el Consejo Transitorio, contra el país y contra de sus ex colegas defensores de los derechos humanos, que vieron con pena y no poca decepción su prolongado silencio en las épocas más duras de difusión del miedo de la revolución ciudadana. Sí, sus ex amigos se preguntan: ¿Qué hizo la Defensoría frente al afianzamiento de un poder autoritario que criminalizó la protesta social, humilló a la prensa, cerró organizaciones defensoras de la naturaleza? ¿Qué hizo en defensa de los jóvenes en el caso de los 10 de Luluncoto, del enjuiciamiento por sabotaje y terrorismo a los estudiantes del Mejía, Central Técnico y Montúfar? ¿Cómo actúo respecto a los cientos de indígenas enjuiciados por movilizarse en defensa la vida y el agua enfrentando al extractivismo? Y si hizo algo contundente, que no se lo vio en esos días, que lo muestre con orgullo ahora, le reclaman sus ex amigos. Si no… por favor…
El correato no solo que llenó bolsillos con millones de los fondos públicos, despilfarró otros tantos, también, encegueció, vació consciencias y cerebros. “Manos limpias, mentes lúcidas y corazones ardientes” fue una consigna del mesías repetida mil veces, que hoy, al recordarla en medio de tanta evidencia, indigna a los ecuatorianos. Menos a los correístas, que con renovada energía se lanzan contra el Consejo Transitorio, presidido por el Dr. Trujillo, para frenar la verdad.
El correísmo refuerza su resistencia y reagrupa sus filas. Están los altos funcionarios del correato, los asambleístas correístas y junto a ellos, haciendo un papel lamentable, los “morenistas”, cuya actitud destroza la frágil legitimidad política del presidente Moreno, que otra vez, se lo percibe cada vez más solo, persiguiendo implementar la “cirugía mayor contra la corrupción”.
Sin embargo, el correísmo, desubicado, no se percata del enorme respaldo popular que tienen el Dr. Trujillo y el Consejo Transitorio. Está provocando y despertando al león. A este tiene que arrimarse más Lenín, si quiere hacer la cirugía y otros temas vitales.