Se mueven las frutas y nuevamente el Yasuní, el ITT, el petróleo y los derechos de los pueblos ocultados, hacen parte de la agenda de ecologistas, ambientalistas y petroleros. La pregunta de la consulta ha provocado un Amicus a la Corte Constitucional, un documento extenso y farragoso de aquellos que solo entienden los abogados, pero que pone algunos puntos sobre las íes. Ha provocado también unas declaraciones del ministro de Hidrocarburos que demuestra que la voz cantante en este tema la tienen los que más saben (no hay duda de que el sector petrolero es el que tiene más información desde siempre acerca de este tema). Una pena que las primeras declaraciones no vengan desde el ministerio de Justicia, que es la entidad que tiene bajo su cargo la protección de estos pueblos.
El tema está nuevamente en agenda. No es lo mismo preguntar sobre parar la explotación petrolera (que muchos rechazarán) que preguntar sobre ampliar unos territorios para defender la vida de unos grupos humanos.
Ampliar la Zona Intangible significa cosas concretas como que el petróleo tiene que retroceder: debieran retroceder y recortarse, por ejemplo, los bloques 14 y 17, si se quiere hacer algo más por la protección de estos pueblos. Debieran enterrarse los trabajos en Armadillo. Debiera achicarse el bloque 31 y también el límite sur del 16. Debiera suspenderse desde ya cualquier intento por explotar el suroriente (Curaray). Debiera dejarse a un lado cualquier trabajo en la zona de amortiguamiento (Ishpingo).
Pero este no es solo un asunto de petroleros. En la zona están madereros, gentes que hacen tiro y cacería además de otros actores que se disputan la zona. Tampoco es un asunto solo de mover límites: el territorio que tienen ahora los pueblos selváticos es una isla rodeada de petróleo, una jaula cada vez más estrecha.
El tema en agenda puede verse como otra oportunidad, sobre todo, si se hace bien. Los límites no pueden ser nunca para estos pueblos: son límites para quienes están a su alrededor (petroleros, madereros, militares, campesinos colonos y otras hierbas) para que ya no avancen más. Las hectáreas más o los kilómetros que se amplíen tienen que hacerse siempre pensando en ellos, en sus chacras, en sus casas, en sus caminos, en las mujeres y niños de grupos aún ocultos, que caminan por esas selvas, que pescan en esos ríos, que se bañan en esos esteros, que huyen cuando les atacan sus vecinos, que han muerto y que han sido atacados en sus casas. Los argumentos jamás deben ser pensados en los barriles más o barriles menos, negocios más o negocios menos, contratos con empresas chinas o rusas o bielorrusas. Por supuesto, si esta ampliación, de hacerse, viene sola, sin reales medidas de protección y sin la participación de los waorani en esto, no se habrá avanzado un centímetro.