Parecía broma de inocentes que ahora se diga que la Conaie no debe hacer política en su sede. Pero no ha sido broma. Quienes antes eran más indigenistas que los mismos indígenas, ahora piensan que es impropio que una organización indígena haga política, demande o reclame sus derechos o se muestre inconforme con determinadas decisiones. No ha sido inocentada que se les quiera quitar su casa. Les van a quitar la casa. Y en el mismísimo Día de Reyes.
Tampoco ha sido una inocentada que se forme la Alianza Indígena y que sus máximos integrantes sean los mismos que ya son asambleístas, alcaldes o funcionarios. No. Ha sido en serio. Ellos van a luchar contra el cacicazgo, dicen. Parece broma. Pero ha sido serio, bien en serio, al menos bien serias estaban sus caras en una noticia que rezaba así: “el objetivo será construir la agenda de abajo hacia arriba, para mejorar y alimentar desde adentro el movimiento indígena”.
Curioso panorama: van a construir algo de abajo hacia arriba estando justamente, arriba, en la mismísima asamblea, que no parece estar tan abajo, aunque quien sabe, ahora como por cualquier cosa se vira la tortilla… e inesperadamente lo que está abajo aparece arriba y lo que está arriba aparece abajo…
También parece inocentada que, donde era la Fundación Guayasamín, en la Bosmediano y José Carbo, ahora funcione una oficina pública llamada Superintendencia de Control del Poder del Mercado. ¡Qué diría el maestro del indigenismo! Mejor hubiera sido que en la vieja casa de la Granados hagan esa Superintendencia y que la casona de la Fundación Guayasamín hubiera sido entregada a la Conaie en gratitud por los favores que les deben un montón de políticos que, gracias a las luchas de los pueblos indígenas –y a sus votos-, llegaron al poder ayer y hoy y en homenaje a los rostros y manos que el maestro pintó con tanto talento.
En fin. El año viejo se quemó con otras inocentadas: que la prensa extranjera ha visitado la carretera del Bloque 31 en el Yasuní, por ejemplo, cuando hasta ahora no han publicado un solo artículo sobre el particular los famosos corresponsales de prensa extranjera.
Tampoco sacaron nada de la cancha de césped sintético hecha sobre el verdor amazónico y que casi se levanta con los vientos de las aspas de un helicóptero durante la inauguración de una unidad educativa. Parecía chiste. Pero no ha sido.
Hay cosas que en realidad parecen inocentadas pero no lo son. Por ejemplo, no ha sido inocentada la multa que le ha caído al Alcalde de Quito desde la Supercom, aunque él ha creído que bromita nomás era. Tampoco fue inocentada la venta de este Diario, aunque en las redes sociales se armó un barullo y nadie daba crédito a la noticia.
Con esas y otras inocentadas se quemó el viejo 2014. Que el 2015 no nos agarre tan ingenuos y sepamos distinguir lo serio de la broma.