Las graves amenazas en la frontera norte, que no son nuevas pero que se acentuaron a comienzos de este año con los atentados de grupos armados narcoterroristas, pusieron al descubierto las vulnerabilidades y debilidades no solo en el ámbito militar y policial –herencia del correísmo- sino y sobre todo, en la situación de abandono del Estado. Fue un campanazo que obliga a la justa y urgente atención de una manera integral frente a tanto problema social, represado e irresoluto.
La incapacidad y ausencia del Estado, del régimen central y de los Gobiernos Autónomos Descentralizados, permitieron ganar espacio a grupos armados que con sus actividades ilícitas pero con grandes recursos destruyeron el tejido social, que hoy debe ser reconstituido. Colombia ha tenido esta experiencia y le ha costado mucho tiempo combatir el mal, sin solucionarlo, y recuperar en parte espacios perdidos como fuera Medellín. El Pacífico esmeraldeño y nariñense se convirtió en una zona estratégica para guerrilleros y narcotraficantes, dada su lejanía de los centros principales, el menor control de la fuerza pública y el acceso privilegiado al mar.
El gobierno nefasto del correísmo fue permisivo con los grupos irregulares (el caso de Angostura) a los que se negó a calificarlos de terroristas. La provincia de Esmeraldas es una de las más vulnerables y retrasadas en servicios básicos. No de ahora sino desde hace muchas décadas. Las autoridades políticas, especialmente locales, han demostrado desidia e indolencia con las demandas ciudadanas. Han sufrido por la falta de agua potable, alcantarillado, recolección de basura. Deplorable, la atención en salud y educación.
Los GAD han recibido recursos pero las obras han sido escasas o no han llegado. Recién el año pasado, luego de algunas décadas, desde Esmeraldas comenzaron a tender la tubería para el agua potable, que venía de la capital hacia Tonsupa, Atacames, Súa, Same. Existe el recurso pero no las obras de infraestructura para su distribución. Cuánto dinero han dejado empresarios e inversionistas en impuestos, no solo locales sino de Quito y de otros lugares, para no tener respuestas concretas de estos organismos. El estado de las vías internas es desastroso, sin esperanza de mejoramiento.
Los problemas han sido graves y múltiples en la frontera. Los desplazamientos de la gente, que huye de la inseguridad y falta de garantías del Estado. Según registros oficiales y de observatorios sociales, el embarazo de adolescentes menores de 14 años es muy alto.
Madres solteras y sin terminar la educación básica. Persiste la pobreza y la trata de personas. Todo esto afecta a un sector básico del desarrollo como es el turismo. Por todo esto, es hora de despertar y aunar esfuerzos para buscar la paz y la seguridad, sin lo cual no habrá desarrollo.