Con cinismo viven del robo

La corrupción carcome las estructuras del Estado y la sociedad. Cada día abruman nuevas formas de saquear los dineros públicos. No solo que se han contentado con crear empresas fantasmas, de papel, de familias (el caso audaz y vergonzoso de la Prefectura del Guayas) sino que en otros casos, no contentos con lograr contratos con enormes sobreprecios han buscado hasta mecanismos para engañar en la importación de vehículo con carné de discapacidad, que no se sabe quién le otorgó, que felizmente no fue admitido por las Aduanas. Daría la impresión que esto es tierra de nadie, sin controles, ni una justicia oportuna y eficaz.

Mientras unos se desgañitan porque en el país se cambien las conductas de los ecuatorianos en medio de tanta corrupción destapada, de manera especial de los que forman parte de la clase política y quienes llegan al poder y asumen funciones públicas; los otros, cada vez más, se han sumado al grupo de pasar a mejor vida con dinero fácil, robando y esquilmando los recursos del Estado, sin tener vergüenza y decoro. Con cinismo se tornan en malos ejemplos de la juventud materialista, que no entiende lo que representan los valores, la moral, la ética y las buenas costumbres. El paradigma: enriquecerse como sea en el menor tiempo posible.

No se puede estigmatizar solo a los políticos, aunque gran parte de ellos tiene su culpa. Cuántos que han colaborado con gobiernos de diversas tendencias (las ideologías no han servido aunque lleguen con una bandera) han hecho lo mismo: abusar de los recursos públicos. Algunos intocados y confirmados en sus puestos porque saben de las mañas.

Así como hay referentes que han llegado al poder, respetados ex presidentes que aún viven, existen políticos que por décadas han sobrevivido del chantaje, la denuncia y a momentos con la compra del silencio, que no les ha importado nada y hasta hoy pretenden con audacia dar lecciones. Igual, cuántos legisladores.

Este es un problema estructural, arraigado en gran parte de la dirigencia y también entre la población. Existe un libro muy ilustrativo escrito por el ex presidente Osvaldo Hurtado, Las costumbres de los ecuatorianos (2007 la primera edición y ha actualizado hasta la décimo cuarta en el 2018), que refleja nuestra idiosincrasia. Sostiene, en un análisis de lo que somos, que la viveza criolla constituye la mejor muestra de aquellas conductas desaprensivas, expresadas en la creencia de que quien se pasa de listo es una persona exitosa y es gil el que procede con seriedad y actúa movido por la buena fe. Tan grande es la alteración de los valores morales que los engaños llegan a provocar admiración, como es el caso de niños y jóvenes que copian exámenes, monografías, tesis, conductas que son reprochables. Incluso, cuántos de ellos han llegado al poder con títulos falsos.

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