Es una tendencia bastante general vincular al manejo económico ordenado y a la disciplina de las finanzas públicas como políticas neoliberales solo destinadas a favorecer al mercado y no preocuparse por la distribución de la riqueza. No hay nada más alejado de la verdad, pues la evidencia dice exactamente todo lo contrario. Son solo los comentarios ideologizados de algunos los que venden a los ciudadanos estas ideas totalmente equivocadas y alejadas de la verdad.
Los países que más desordenadamente han manejado la economía, las naciones que han caído en los extremismos del populismo o de la izquierda caduca de principios del siglo XX son los que tienen más inequidad, inseguridad, pobreza y están más lejos del progreso.
Se tienen 2 casos a la mano, Cuba y Venezuela. En el primero de ellos, un país casi sin futuro para no ser absolutista. Una nación sin libertad, aislada del mundo y de la tecnología. Con salarios de hambre sin opciones de progreso. Con avance en temas médicos sí, pero en el campo preventivo, no para atender problemas de mayor complejidad, pues sin tecnología, sin inserción internacional, sin siquiera un sistema de Internet adecuado, la medicina no cuenta con lo que el mundo ofrece. No se nutre de los avances permanentes de la ciencia y la tecnología.
En el segundo de los casos, Venezuela, un país con una de las mayores riquezas naturales y agrícolas de la región, hoy registra la mayor inflación de América Latina, con los más altos índices de inseguridad ciudadana, con el mayor riesgo país del continente, con terribles problemas de desabastecimiento de alimentos y medicinas y con serias restricciones a la propiedad privada y a la libertad.
La otra evidencia es observar los países que mejores resultados tienen en términos económicos, de empleo, de pobreza, de democracia y libertad. Para citar también solo 2 casos: Chile y Uruguay. En el primero, un país que desde hace aproximadamente 30 años y bajo gobiernos de distinta orientación ideológica, ha tenido un solo norte de manejo económico sustentado en disciplina fiscal, suscripción de acuerdos internacionales de comercio, endeudamiento prudente, conformación de fondos de ahorro, buenas relaciones internacionales, entre otros conceptos. ¿El resultado? Casi cero desempleo sin subempleo, pobreza marginal, crecimiento económico constante y alto, desarrollo tecnológico, ingreso per cápita mayor a casi todos los países de la región, elevados estándares de desarrollo humano, etc. Uruguay, igualmente ha seguido la ruta de la apertura externa y la disciplina interna.
La evidencia es clara y contundente, la conducción económica disciplinada y abierta al mundo, no solo muestra mejores resultados macroeconómicos sino abre el camino para una mayor equidad y una más justa distribución de la riqueza con democracia y libertad.