El proceso de investidura del presidente del gobierno español, constituye sin lugar a dudas un acontecimiento grande por su trascendencia, pero también histórico por la perversa retórica manejada en cada uno de los diferentes episodios políticos públicos realizados.
El fallido proceso del 31 de agosto, del candidato y presidente actual Mariano Rajoy fue la gota que derramó el vaso en el ir y venir de una confrontación ruda y grosera entre la crema y nata de los políticos españoles, demostrando a España y al mundo la utilización de un vocabulario grotesco y de falta de respeto para los miembros del Congreso, para los españoles y para la comunidad internacional.
Sorprendente el nivel de injurias y adjetivos entrecruzados, unos más fuertes que otros y todo en nombre de la Ley, de la democracia y de alcanzar el mejor gobierno para España. Señor Rajoy usted no es de fiar, no tiene credibilidad, es usted el peor presidente valorado de la historia de la democracia, son frases pronunciadas entre otras por el ex – secretario del PSOE Pedro Sánchez al presidente Rajoy; orgullosos de votar contra usted, su discurso es mediocre, de chantaje, manifestaba por su parte Pablo Iglesias, el líder de Podemos, mientras que Aitor Esteban, del partido nacionalista vasco (PNV) calificaba el discurso del presidente Rajoy como discurso irresponsable. Mariano Rajoy es usted un perdedor, lo manifestaba Francesc Hom de Convergencia Democrática de Catalunya (CDC) y para rematar Marian Beitial de EH Bildu le tachaba de incapaz.
Expresiones como las del cara a cara del 14 de diciembre de 2015, no se pueden olvidar tampoco. Usted no es un político decente, el presidente del Gobierno, señor Rajoy tiene que ser una persona decente y usted no lo es, le increpaba el candidato del PSOE, a lo que Rajoy respondía es usted ruin, mezquino y deleznable, mientras le costaba pasar la saliva.
Dicciones como estas, lamentablemente recogidas ya por la historia, refieren conductas sectarias, cicateras, afincadas en intereses lejanos a proyectos democráticos. El repetido veto a la posibilidad de formar gobierno vivido en España muestra paradójica de los defectos y no las virtudes de los contrincantes.
Pero igual de sorprendente ha resultado la parquedad y desidia con la que han tomado los españoles este género discursivo, reflejando no sé si prudencia o indiferencia ante esta diatriba que convirtió a España en uno más de los botines políticos y de poder a los que nos está acostumbrando la clase política global, lejana a la democracia, a la tolerancia y a la dignidad.
En hora buena que el grueso del PSOE haya consolidado una salida, reivindicando el respeto hacia ellos, hacia España y hacia la comunidad internacional, pasmando la humillación y la degradación.