El nuevo año luce que será bastante movido en materia política en esta zona del mundo. Para empezar en el gigante brasileño se estrenará en la conducción de ese país un personaje bastante controvertido, cuyas declaraciones han puesto a muchos en estado de alerta. Igual cosa al norte con Andrés López que, ya instalado en el cargo, intentará impulsar políticas que generan mucha polémica. Dos estilos similares aunque con orígenes diferentes. Los dos, a su manera, ascendieron al poder por el hartazgo de la población con el orden o desorden establecido. El primero capitalizó la fatiga del electorado en contra de un proyecto político que se mantuvo vigente por más de una década, que tuvo el apoyo popular mientras había recursos, pero que al escasear los mismos empezaron a ver las costuras de un populismo desbordado y corrupto. En México la insatisfacción con el gobierno del PRI, seriamente golpeado por su incapacidad para combatir a las bandas de narcotraficantes que han asolado el país y la poca eficacia al momento de generar políticas que atiendan las inmensas necesidades de una población que no ha visto mejoras en su calidad de vida, fue la plataforma perfecta para que triunfara un político al que se le atribuyen rasgos autoritarios y que, mientras permaneció al frente de la ciudad de México, no estuvo exento de que le salpicaran denuncias de obscuros manejos. En ambos casos la población se halla a la expectativa y con dudas sobre el derrotero de esos países, lo que suscita incertidumbre, enemiga acérrima de la inversión.
En Argentina, en el último trimestre del año se celebrarán elecciones presidenciales. Los mercados han visto con recelo que la anterior Jefa del Estado, pese a los abrumadores indicios de haber encabezado una red de corrupción inédita en la historia de ese país, aún mantiene el respaldo de cerca de un tercio del electorado, cifra suficiente como para que le ponga nuevamente en la disputa de la Presidencia. Quienes por un lado observan las inmensas oportunidades de inversión que brinda ese país, se inquietan ante la sola posibilidad que un kirchnerismo recargado retorne al poder. Aún hay que esperar un largo trecho para saber si la reforma institucional iniciada con cierta timidez por el gobierno tiene oportunidad de mantenerse y profundizarse en el tiempo, o si se retornará a la obscura época del “vamos por todo”, literalmente a alzarse con lo que no alcanzaron a robarse.
Lo que se resuelva en las tres mayores economías de la Región señalarán el derrotero de lo que se podrá esperar en el futuro mediato. La amenaza populista, del signo que sea, está allí latente esperando nuevamente dar el zarpazo para derrumbar lo poco rescatable. Es la eterna lucha entre la racionalidad y la audacia representada por ineptos, que han contribuido de manera muy efectiva para que América Latina sea un territorio en el que aún sus mayorías se debaten en la penuria y la pobreza. Desde acá también ha habido serios contribuyentes a tamaño desaguisado.