Cuando el Municipio de Quito decidió subir los impuestos prediales no había preparado un estudio pero podía apelar, como lo hizo, a la socorrida “actualización del catastro”. Consiste en incrementar el valor de los predios y viviendas para mejorar las recaudaciones sin subir el impuesto predial. Por desgracia, la burocracia municipal tiene manos redondas y hace todo mal.
El valor predial de los bienes urbanos supera, en algunos casos, al valor comercial, los incrementos no son proporcionales, no obedecen a criterio técnico que nos hayan hecho conocer y parece que revisarán el impuesto solo a los ciudadanos que presenten reclamos, aunque no se sabe cuánto ni hasta cuándo porque, parece, que esto también se hace a ojo de buen cubero.
Me acerqué a una oficina municipal para informar que en un predio de mi propiedad habían incluido una vivienda, inexistente en la realidad, a la que valoraban en 300 mil dólares. Me dijeron que se trataba de una oficina de recaudación del impuesto predial y nada podían hacer porque ese problema correspondía a la oficina de catastros. De nada sirvió alegar que el municipio es quien había cometido el error y que yo solo cumplía con hacer conocer el yerro para que lo corrijan. Añadí que poco esperaba de la oficina de catastros porque nada harían, aunque llevara en brazos el terreno para que vieran que no existe la vivienda inventada, me comentó que sí, que había muchos problemas en catastros.
No es aceptable que el municipio reconozca que los errores son generalizados, pero que restrinjan las soluciones a los que reclamen. No sacrifican sino un porcentaje pequeño de los incrementos aplicados, pero añaden confusión en los archivos. Ya nadie se fiará de los avalúos municipales, ni se sabrá si se paga el valor correcto de los impuestos. Peor, se hará injusticia a los ciudadanos menos propensos al reclamo y más confiados en los funcionarios. Habría sido deseable que con el presupuesto publicitario voluminoso e inútil de la prolongación de una vía, hubiesen informado debidamente a los ciudadanos sobre el tema de los impuestos.
El problema de los catastros y los impuestos ha delatado que el rey anda desnudo. La burocracia municipal es enorme y, según los resultados, ineficiente.
Las últimas novedades indican que, además, puede estar infestada de pipones y ladrones, si es que se comprueba que han robado USD 80 millones solo en el sector del transporte.
La falta de liderazgo político y la politiquería en el Concejo han llevado la ciudad a una situación de calamidad.
Es hora de que los ciudadanos decidan tomar control de la ciudad de Quito determinando los principales problemas.
A los expertos les corresponde ofrecer soluciones posibles y que los políticos se encarguen de ponerlas en práctica.
Que no vuelvan demagogos que ofrecen lo que no pueden hacer ni politiqueros que prometen lo que saben que no cumplirán.