Moreno vs. Correa

Malos presentimientos debe tener el ex presidente Rafael Correa con lo que ha visto a su retorno. Debe haber advertido que hay menos gente en su entorno, menos gente en las manifestaciones, menos gente en el movimiento y menos gente en las redes sociales. Debe haber visto caras largas en su entorno, caras largas entre los asesores. Ha sentido y resentido poca atención por parte de los medios de comunicación y menos atención en los que solían preguntar antes de actuar. Pero lo más irritante debe ser constatar el escaso efecto de sus palabras y la distancia creciente entre la realidad y sus deseos.

Sus amigos y sus adversarios comentan acerca de la oportunidad de su retorno. Señalan que debía esperar; que la posibilidad de su retorno tenía mayor efecto que la realidad de su presencia; que debía hacerse desear antes de volver. Sin embargo, factores que desconocemos quienes juzgamos desde fuera, le obligaron a volver a destiempo y afrontar circunstancias adversas: la popularidad del Presidente, el juicio al vicepresidente, la ruptura del partido, el olvido de los partidarios.

Del fanatismo correísta algo queda; por temor, por convicción, por mantener desesperadamente la unidad del bloque, por lo que fuere, acabaron con el proyecto de reactivación económica pero delataron que el partido Alianza País es un ovillo de anzuelos donde ya no manda nadie y nadie puede poner orden.

Es curioso que el movimiento político que tenía como lema “prohibido olvidar”, haya olvidado que destituyeron a 52 diputados por oponerse a una consulta, que reclamen atención de los medios olvidando que intentaron silenciarlos con una ley dictatorial, que amenacen con acudir a los organismos internacionales, a los que negaron autoridad, para reclamar supuestos derechos. Es curioso que los autoritarios se sientan aplastados por sus propias políticas.

El presidente Moreno ha ganado la batalla, pero tiene que contar sus muertos. Tendrá que vetar el proyecto arruinado en la Asamblea y esperar hasta después de la Consulta para definir su equipo y su proyecto. No puede seguir con facciones ni luchas internas en sus filas, no puede permitir vanidades ni intereses personales en su equipo, no puede permitir en su entorno ningún funcionario, asesor o adulón sospechoso de corrupción.

Las victorias más importantes han sido impedir que los fanáticos correístas se queden con el movimiento político, lograr que los jueces recobren la independencia y enfrenten la corrupción, desplazar a los magistrados de papel para asegurar la consulta popular. El Presidente ha recuperado la iniciativa; pero todo permanece en el rincón de la política partidista. El proyecto nacional reclama su definición. El respaldo de todos los sectores organizados a la consulta popular no es un adorno político, es un reclamo apremiante de nuevos modelos en economía y en política.

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