La mítica Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano de Francia de 1789 reza: “Ningún hombre debe ser molestado por razón de sus opiniones, ni aun por sus ideas religiosas, siempre que al manifestarlas no se causen trastornos del orden público establecido por la ley.” Cabe subrayar que la norma señala que los límites de la libertad de expresión los pone la ley, no la religión.
En la Unión Europea, el texto que protege la libertad de expresión es la Convención Europea de Derechos Humanos. Sobre esto se pronunció el Tribunal Europeo de Derechos Humanos en 1976 en el caso Handyside versus Reino Unido: “La libertad de expresión es aplicable no sólo a la información o ideas que son recibidas favorablemente o consideradas como inofensivas, sino también a las que ofenden, resultan chocantes o perturban; tales son las exigencias del pluralismo, la tolerancia y la el espíritu de apertura sin los cuales no existe una sociedad democrática.” Este es el régimen legal.
En septiembre del 2012, al calor de la tensión mundial de los ataques contra varias embajadas por la película “La inocencia de los musulmanes”, la revista semanal Charlie Hebdo publicó valientemente unas tremendas caricaturas sobre Mahoma.
Sumamente criticadas, el Secretario de Prensa de la Casa Blanca se quejó: “No dudamos sobre el derecho a publicar estas cosas, solo cuestionamos el juicio detrás de la decisión de publicarlas”.
Los de Charlie Hebdo pensaron que porque un grupo de islamistas radicales –locos, resumidamente– se escandalizaban, ello no debía alterar su ejercicio profesional; que callar implicaba ceder ante los desvaríos de los dementes. Se criticó a la revista de irresponsable, “lo que hacen es legal, pero irresponsable”, apuntando que no se debían exacerbar las emociones cuando estas estaban caldeadas.
Decidieron publicar dos números simultáneos. Una edición totalmente en blanco; si lo responsable es no herir ningún sentimiento, entonces un periódico de sátira política responsable tendría sus páginas vacías. Versión que compré y que atesoro como una excelente muestra de valentía periodística. Al mismo tiempo se publicó la versión normal con el membrete “Periódico irresponsable”.
El editor general señaló: “Nosotros somos un periódico francés y nos acogemos al derecho francés. No podemos dedicarnos a cumplir las normas de otros ordenamientos”, refiriéndose a normas de regímenes teocráticos.
En un régimen laico, las normas jurídicas están por encima de los preceptos religiosos; precisamente lo que los extremistas no aceptan. Charlie Hebdo era un símbolo de la libertad de expresión; ellos sabían el peligro que corrían, las amenazas eran constantes, y muchos de ellos murieron este miércoles por haber ejercido su profesión en los términos que su ley lo permite.