Ecuador y China
Uno de los postulados de la buena diplomacia consiste en establecer, mantener y fortalecer las mejores relaciones con todos los países, base sobre la cual se pueden proteger con mayor eficacia los derechos e intereses propios que, por supuesto, deben fundamentarse en principios y valores universales. En esta materia, la Declaración de los Derechos Humanos, que acaba de celebrar su septuagésimo aniversario, es y debe ser la biblia orientadora de la conducta de todos.
Si bien hay intereses generales coincidentes entre los estados, los hay también que pueden enfrentar a unos con otros. La vigencia de un orden económico mundial que facilite el comercio, como instrumento para el desarrollo democrático, corresponde a un interés general. Pero la manera de concretar tal principio da lugar a políticas que pueden excluirse mutuamente. Tal el caso de la “guerra comercial” propiciada por el Presidente Trump en sus relaciones con China.
Para diseñar una buena diplomacia hay que distinguir entre los intereses generales y los particulares de cada Estado. Para armonizar estos dos campos surgió el derecho internacional. Hay que mirar con objetividad el panorama mundial. Jurídicamente se proclama la igualdad de todos los estados, pero el realismo enseña que “unos estados son más iguales que otros”. El poder ha sido siempre un factor determinante en la geopolítica.
El fenómeno de la globalización, presente en todos los acontecimientos y en todas las geografías, ha puesto de relieve la interdependencia y debe suscitar la solidaridad.
A un país pequeño como el Ecuador le conviene dar prioridad a sus relaciones con los estados que le ofrecen las mejores opciones para progresar dinámicamente. Sin duda, uno de ellos es China que, si se convirtiera en un creciente consumidor de nuestros productos, contribuiría significativamente al desarrollo económico del Ecuador. Igualmente, su cooperación financiera puede sernos de gran utilidad. Pero, tanto en el comercio como en las finanzas, no es aconsejable dar preponderancia a un solo cliente, sea comprador o vendedor, porque, en un momento de necesidad, esa situación puede convertirse en una dependencia peligrosa. Correa hizo de China nuestro principal prestamista, factor que limitará la capacidad negociadora del Ecuador en el caso Coca-Codo Sinclair, por ejemplo.
Por estas razones, es plausible la visita del Presidente Moreno a la República China. Los objetivos que se ha fijado son buenos y proporcionados a la situación que vivimos pero, aún si los consiguiera a plenitud, debe recordar que al Ecuador le conviene diversificar sus mercados y las fuentes de financiamiento para sus programas. ¿Para cuando un entendimiento con el FMI y sendas visitas a los Estados Unidos de América y la Federación Rusa?