Si mister Donald Trump quiso causar varios y graves problemas para ser más famoso y llegar a la presidencia de los Estados Unidos, derrotando a doña Hillary, no podía olvidarse de Jerusalén, la Ciudad Santa, hermosa, super histórica y disputada por varias potencias, entre ellas por Judea, Roma, Persia, Macedonia, el Imperio Bizantino, sin que falte el Reino Unido. Una ciudad que es sede del Santo Sepulcro, del Muro de los Lamentos, del Monte de los Olivos y de cientos de lugares que merecen un sitio en la historia y han contribuido para varias novelas y muchas realidades. Una Jerusalén que no es la ciudad más grande del mundo, con sus 865 mil habitantes, pero es intereresante e histórica hasta los extremos. Capaz de suscitar una guerra más.
Todos los países de cierta o alta importancia mundial tiene su embajada en la tranquila ciudad israelita de Tel Aviv. Los Estados Unidos de mister Trump anuncian que en adelante se van a dar el lujo de ubicar su embajada en Jerusalén. Los periodistas expertos creen que eso sucederá tal vez después de varios años, pero Trump dice que es algo que se verá muy pronto.
Me permito contar a estas alturas que, hace unos treinta y más años, estuve en Jerusalén, gracias a una gentil invitación israelí a una decena de periodistas latinoamericanos. Llegamos a Tel Aviv, la capital suplente de Israel, serena y tranquila, y dimos una mirada al país que renació en mayo de 1948 en el seno de las Naciones Unidas con el voto positivo del Ecuador. Cuando eso sucedió los países árabes atacaron al nuevo vecino. Pero Israel, con el apoyo de EE.UU., salió triunfante en varias oportunidades, siempre con la aspiración de vivir sin guerras. Se han dado varios pasos positivos -aunque la paz es muy difícil- y a estas alturas aparece mister Trump para informar lo que ofreció cuando era candidato, causando preocupación mundial, inclusive en el Vaticano, según las expresiones del Papa Francisco. Mientras tanto, el primer ministro israelí Benjamín Natanyahu califica de ”histórica, valiente y justa” la decisión del gobernante estadounidense, e invita a otros países para que hagan lo mismo que anuncia Trump.
No hemos olvidado a Jerusalén, la ciudad habitada por cristianos, árabes y judíos especialmente, llena de turistas que no dejan de visitar lugares tan históricos como los que rememoran la trayectoria de Jesús, especialmente las cruces del monte Calvario y todo lo que se relaciona con su vida, pasión y muerte. Los aspectos históricos de Jerusalén son múltiples y no es fácil olvidar la escena de una joven muy bonita caminando por una de sus calles con un fusil en el hombro, pero aparentemente tranquila. La historia cuenta que en 1948 chocaron allí israelitas y árabes y el conflicto dividió en dos partes a la ciudad, con el visto bueno de la Organización de las Naciones Unidas. Israel se anexó la otra mitad y los árabes no aceptan que Jerusalén sea capital israelita. Trump dice que sí y soplan vientos de guerra o de terrorismo.