Para comenzar, anotemos que tanto doña Hillary Clinton como mister Donald Trump estuvieron una vez cada uno de ellos en Quito. Ya contaremos cómo sucedió eso, pero antes dejamos constancia que la batalla electoral librada por los dos, disputando nada menos que la presidencia de USA, fue histórica e histérica, hasta culminar -inesperadamente- con la victoria del magnate, dueño de USD 4 500 millones.
Mientras tanto, las mujeres estadounidenses casi perdieron las esperanzas de que la gran nación del norte sea gobernada por una dama, aunque les queda una leve perspectiva porque se advierte que cuando termine el período del multillonario no habrá buenos postulantes varones ni demócratas ni republicanos. Doña Hilllary era la esperanza femenina pero no tuvo suerte. En el 2008 surgió un brillante afroamericano, Barack Obama, que llegó a la Casa Blanca cuando nadie creía que eso podía suceder. Ahora se le cruzó en el camino un rival que se había dedicado al negocio de los inmuebles pero no se había imaginado trasladarse a vivir en el Palacio de Gobierno, en Washington.
El primero de ellos en visitar Quito fue mister Donald Trump. Lo hizo allá por el 2004 , en su calidad de dueño del programa Miss Universo.
El inesperado presidente del Ecuador, coronel Lucio Gutiérrez, cooperó en la tarea de traer hasta nuestro bello y curioso Quito a las mujeres más hermosas del mundo. La gestora, amigaza de Trump, fue la empresaria y novelera Yvonne Baki, quien ya soñaba en ser candidata a la presidencia del Ecuador. Una bella joven, la Miss Ecuador Susanita Rivadeneira, estuvo cerca de ser Miss Universo. Fue segunda, después de una australiana. Trump se sentó en la primera fila. Unos años después, en uno de sus frecuentes negocios, vendió los derechos para elegir a la más bella.
Doña Hillary vino a Quito en el 2010, luego de que Obama la eligiera para las altas funciones de Secretaria de Estado. Ella fue muy bien recibida por el presidente Rafael Corea, quien le saludó con un beso -en la mejilla, por supuesto-. Cuando preguntaron a Correa quien ganaría la presidencia respondió “Hillary”. La Cancillería ecuatoriana saludó fríamente al triunfador. Aunque esto no es nada raro porque, como es público y notorio, la relación con USA en estos nueve y medio años ha sido un poco menos que tibia.
Doña Hillary tuvo un adversario difícil, tremendo, tremebundo, que puso en juego la tesis futbolística de que la mejor defensa es el ataque. Ella contó con el apoyo de la prensa y él con un aporte inesperado del jefe del FBI.
En muchos sectores del mundo internacional hay inquietud por una presidencia al estilo Trump y sobre todo los mejicanos tiemblan recordando las ofertas del triunfador, comenzando por la singular idea de que se construya un gran muro en la frontera y eso paguen los “manitos”. Por favor, mister Trump, tiene que dar retro.