El regionalismo y el nacionalismo de cada cual se volvieron paradisíacos, condenables, en cambio, el del otro junto al separatismo. No sé si haya otro movimiento separatista que suscite tanta primera página periodística o esté en todos los noticieros de radio y TV u opiniones como el de Cataluña. Más que razones hay pasión y poca objetividad. En América Latina, salvo excepción, unos hacen suyos los argumentos de Madrid, otros del separatismo catalán, difícil comprender el por qué y lo que está en juego en el conflicto actual.
España y Catalunia tienen un lejano matrimonio de razón y una larga ruptura que ahora ahonda en heridas. Catalunia (Valencia y Baleares) rompe con el imperio Carolingio en 988 y forma su propia administración política. 4 siglos después, establece una unión política con Castilla, pero en 1714 es anexada a Madrid.
Pierde autonomía, son prohibidas sus leyes y la lengua catalana. En el XX, se forma una reducida autonomía con la Mancomunidad, sin poder legislativo pero es anulada por la derecha en los años 20. Con los republicanos, 1931, adquiere estatus de autonomía y derecho de legislar. Eso se anula con Franco, 1939-1975, y se prohíbe el catalán. Los socialistas,1979, reconocen el Estatuto de Autonomía. Un referendo aprobó un estatuto en 2006, pero la Corte Constitucional anuló lo fundamental de éste, 2010. A cada vez, la derecha se opuso y sancionó legalmente toda veleidad autonomista catalana.
Estos cambios de la condición política de Catalunia, muestran una región particular, con una larga historia que le da una identidad de pueblo, incluida su lengua y que como tal tendría derecho a formar Estado.
Madrid, el de derecha como ahora, con una visión muy centralista carece de la necesaria flexibilidad política.
Franco siguió una política británica el XIX, Lord Durhan, que para atenuar el separatismo irlandés o de Quebec, en Canadá, el tiempo y demografía al promover la migración de anglosajones y protestantes, reducirían el peso de los locales. Franco incentivo la migración de no-catalanes, 40% de la población de Catalunia no es de origen catalán, pero el nacionalismo catalán es pluralista. Y aunque el referendo reciente es poco aceptable, pues no es de la mayoría, hay parte de los separatistas que no son no-catalanes. Esto se incrementa ante el autoritarismo y la arcaica visión castellana de “España una y grande”.
Las justificaciones separatistas de aportar más al fisco de lo que recibe, son endebles, pues no siempre es así, y la economía catalana depende fuertemente de España. Pero esta independencia es una cuestión de tiempo, si no es con esta generación, será en un futuro cercano. Hay fenómenos sociales que no se eliminan con leyes, si tienen fundamento. Pero los castellanos y la derecha no salen del pasado para innovar y crear otra España.