Cambió la historia

Tras la decisión de Obama de restablecer relaciones diplomáticas con Cuba, tras 53 años de bloqueo y sanciones económicas, no puedo sino sumarme a la conclusión de muchos analistas estadounidenses: Estados Unidos se estaba librando de la parte más estúpida de su política exterior. El bloqueo desde un solo país -aunque sea el más poderoso del mundo- nunca logró nada, excepto hacer más difícil la vida de los habitantes de la isla. El Régimen ha seguido atropellando los derechos humanos más elementales y, de paso, garantizando miseria para la mayoría de su población. A pesar de lo que diga la sección más radical de los exiliados cubano-americanos, el bloqueo no movió un ápice el régimen autoritario de los Castro, si acaso, le dio más bríos y más excusas para continuar. Seguir aplicando la misma medicina para esperar diferentes resultados es absurdo.

La movida estratégica de Obama responde –sobre todo- a dos dinámicas de política interna. Obama está empezando sus últimos dos definitivos años como presidente de los Estados Unidos y, salvo la muerte de Osama Bin Laden que ya se da por descontada, no tiene ningún legado claro en política exterior que lo deje para siempre en los libros de historia. Este será uno de los temas que lo haga trascender.

La segunda razón deriva de la primera. Su ofrecimiento de cambiar la política sobre Cuba -una oferta de campaña desde el 2008- estaba cuidadosamente midiendo la percepción de los estadounidenses sobre el tema, casi al detalle. En este último año, la Casa Blanca pidió aún más estudios a diferentes entidades y todas confirmaron la tendencia de hace algunos años atrás: la gran mayoría de estadounidenses (casi el 70% según algunos sondeos) quería un cambio de rumbo y apoyaba completamente el levantamiento del embargo. Y lo más significativo, el 68% de cubano-estadounidenses de Florida apoyan esta medida y el fin del embargo. Obama sabía que la protesta no iba a ir más allá del Café Versalles en el centro de Miami. Y así fue.

Pero nada será color de rosa a partir de ahora. Si algo es seguro es que los republicanos darán una guerra sin cuartel en el Congreso para combatir la decisión tomada por Obama y otras más. Y por mucho que la asociación de exiliados digan que los Castro ganaron, esto es más bien una capitulación. Nunca se debe subestimar a la parte que aparentemente da su brazo a torcer y cede mucho más. Parte del acuerdo es que Cuba acepta liberar su espectro de internet para información, comercio y servicios estadounidenses y eso necesariamente significa romper los límites de la sociedad del Granma. EE.UU. está apostando al largo plazo y a la posibilidad que no haya una sino miles de jóvenes como Yoani Sánchez, capaces de empujar un proceso autóctono, plural y participativo para cambiar las cosas en la isla. Y es deber de todo el hemisferio apoyar este largo camino de transformación sin dobleces.

Suplementos digitales