A nueve meses de las elecciones presidenciales en Argentina, la campaña está a tope.
Lo único claro es que Cristina Fernández deja el poder con un desgaste colosal. La inflación que destruye la economía popular y los escándalos de corrupción, enriquecimiento y el pulso con los medios de comunicación críticos marcaron su mandato.
La Presidenta se va sin haber podido pasar la argucia de otra reelección en un país en el que las instituciones pesan algo más que en el nuestro. Se va luego de varios episodios que trastornaron su salud, el más reciente, la ruptura del tobillo.
Las encuestas confieren a tres candidatos mayores opciones de ganar, por ahora.
Sergio Massa, del Frente Renovador, sale de las entrañas del populista Frente para la Victoria. Caracteriza a Massa su discurso moderado y una acción efectiva cuando, por encargo del presidente Néstor Kirchner, estuvo al frente del programa social para los jubilados. Su prestigio se acrecentó en Tigre, una localidad próxima a Buenos Aires, donde demostró capacidad ejecutiva y buenas ideas para luchar contra la inseguridad, uno de los azotes mayores que atraviesan la vida cotidiana de los argentinos.
Massa puede captar a los peronistas moderados, a los disidentes del kirchnerismo y a otros sectores que no le ven como gobiernista, ya que el mismo marca distancias frente al vértigo de la bipolar figura de la Presidenta.
Con opciones parecidas se encuentra Mauricio Macri. Está al frente del Gobierno de la ciudad de Buenos Aires, la concentración demográfica mayor de este país, corazón financiero y eje político nuclear. Macri con el Pro, de derecha moderada, captará los votos opositores más críticos pero tiene resistencias del centro hacia la izquierda.
La multipartidaria UNEN atenderá a unas primarias donde la fuerza del viejo radicalismo (UCR) y el socialismo de Hermes Binner, excandidato presidencial, tienen prestigio pero pocos votos.
Cuando parecía nítida en el oficialismo la candidatura de Scioli surgió una tormenta interna. Scioli fue despreciado por mucho tiempo por la Presidenta que lo llamó a su lado cuando los comicios seccionales recientes para aparentar una unidad ficticia del Frente para la Victoria (el partido de Néstor y Cristina). Scioli como gobernador de la provincia de Buenos Aires tiene fuerza. Además, goza del favor del viejo peronismo no adepto a Cristina. Pese a su empate virtual con Massa y Macri, todavía no tiene la bendición presidencial.
Esta semana su acercamiento a un acto del grupo de medios Clarín, con el que Cristina instaló su propia ‘guerra’, desató una catarata de críticas de Randazzo, ministro que sería el delfín de Cristina; del jefe del gabinete y del secretario general de la Presidencia. Puede ser el principio del fin de la candidatura de Scioli con el apoyo del Frente para la Victoria, una nueva disidencia para tomar distancia táctica o una jugada de golpe de efecto. El tiempo lo dirá.