En términos formales empezó la campaña electoral con el período proselitista corto que se compensará por la intensidad que promete.
En verdad los procesos internos para la selección de candidatos presidenciales de los distintos partidos y movimientos ya llevaron sus figuras a la palestra pública desde hace meses. Hasta que quedaron 8. Una cifra que muchos la consideran exagerada, dadas las condiciones políticas y los afanes de los ciudadanos de un cambio de rumbo.
Desde la misma inscripción de los binomios presidenciales sus recorridos ya tomaron otro cariz. Y la pausa de las fiestas decembrinas solo estuvo alterada por un factor de temperatura alta que amenaza con alterar el ritmo de la campaña, si acaso no lo modificó ya: se trata de los escándalos en Petroecuador y las denuncias de sobornos de la empresa constructora Odebrecht, que deberán ser esclarecidos por una justicia que no actúa con la velocidad que muestran sus pares de otras latitudes.
Para el caso de Petroecuador las investigaciones alcanzan altos cargos técnicos y de responsabilidad política. Hasta 80.
En cuanto a Odebrecht el vendaval arrasó ya con Dilma Rousseff que fue destituida y es investigada por la justicia, el gran líder Lula con 200 causas sobre sus hombros.
Al sur, en Argentina, la década robada de los Kirchner también habría sido salpicada por el lodo de la corrupción de Odebrecht y alcanzaría al matrimonio que, irónicamente tiene un monumento a la impunidad en la sede de Unasur, el de Néstor y su viuda, que recibió una condecoración inmerecida que tarde o temprano se le deberá revocar como una reparación histórica.
Otra vez habrá que dejar tiempo al tiempo. El discurso de campaña hará ruido pero lo vital es que no haya un milímetro de impunidad si se comprueban los chanchullos.
Mientras, ya aparecen las cuñas en la televisión y la radio, la autoridad electoral se ha comprometido a pedir que cese la propaganda oficial de obras que siempre causa ruido. Las sabatinas continuarán pero todo parece indicar que ya no inciden para nada.
Los grandes temas de campaña estarán en los cambios que deberá implementar el próximo gobierno para superar los agobios de la economía en tremores. Tratar de generar abundantes fuentes de trabajo y renegociar la gigante deuda china.
Una reforma política profunda que liquide la concentración extrema de poder que obligue al poder político a sacar las manos en la justicia que metió indebidamente que acabe con la ficción de una participación ciudadana que terminó cooptada por el poder imperante y dote a una nueva legislatura de aire, con fiscalización sana e independencia de criterios para legislar. Hay que devolver la libre expresión conculcada.
La lucha contra la inseguridad, corregir la economía y derrotar la corrupción, es lo que orientan las encuestas.
Un primer paso distinto que marca el nuevo rumbo es el Diálogo Presidencial abierto que propuso esta casa periodística, un paso para una nueva y madura etapa.