¿Por qué se devalúa el peso?

Colombia y Canadá tienen algo en común: el valor de sus monedas cambia en función del precio del petróleo: si sube el WTI, el peso colombiano y el dólar canadiense se aprecian (y viceversa).

Como el valor del crudo ha bajado, el dólar canadiense y el peso colombiano también se han devaluado en 14% y en 17%, respectivamente, en lo que va del año. (Mientras escribo esta nota, el dólar estadounidense se cotiza en 3 195 pesos y en 1,32 dólares canadienses).

En ambas economías, el tipo de cambio es la variable de ajuste de un modelo que privilegia el control de la tasa de interés. En ambos países, la devaluación o apreciación de la moneda local es un subproducto –un resultado secundario– de una política económica que centra sus esfuerzos en manejar el costo del dinero.

¿Por qué optaron por controlar la tasa de interés en vez del tipo de cambio? Porque está demostrado que, en el largo plazo, los movimientos nominales del tipo de cambio no influyen en el desempeño económico.

El efecto de las depreciaciones se diluye rápidamente porque la inflación local sube, porque la inflación de un competidor baja o porque ese competidor también devalúa su moneda (o por una combinación de esos tres factores).Por contraste, la tasa de interés sí es un precio estratégico porque de él dependen tres elementos centrales para el buen desempeño de cualquier economía: el consumo, el ahorro y la inversión.

A través de una política monetaria bien programada, las autoridades colombianas y canadienses han bajado sus tasas de interés para fomentar el crecimiento sostenido de sus países. Para ello, han tenido que dejar que el valor de su moneda flotara en función de acontecimientos que los agentes económicos consideran clave. (Uno de ellos puede ser el precio del petróleo, por ejemplo).

Ahora que el valor del WTI ha comenzado una recuperación temporal –estimo que podría llegar hasta 52 dólares por barril, para luego reiniciar su descenso– ambas monedas comenzarán a apreciarse.

Dicho en otras palabras: quienes atribuyen el origen de todos nuestros males a la depreciación del peso –y de otras monedas de otros socios comerciales– se van a quedar sin argumentos cuando, durante los próximos días, la moneda colombiana comience a ganar valor nuevamente.

La lección central de todo esto es que no existe régimen cambiario –llámese tipo de cambio fijo, flotación libre o controlada– ­denominado en cualquier moneda, que so­porte una crisis fiscal.

Ya sea que utilicemos yuanes chinos, libras esterlinas, pesos colombianos o moneda propia, todos esos arreglos monetarios sucumbirán si no aprendemos a manejar adecuadamente el gasto y la deuda públicos.

Ese es el gran aprendizaje económico que nos dejará el correísmo.

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