Repudiable y condenable la cobarde acción de los grupos narcoguerrilleros colombianos que han segado las vidas de 4 militares, asesinado a dos periodistas y un conductor de esta casa y, en una muestra de audacia y desafío, han secuestrado a una pareja de inocentes ciudadanos ecuatorianos. Mi solidaridad con los familiares de las víctimas y con ELCOMERCIO.
La decisión del Presidente de revelar toda la verdad sobre las relaciones del régimen de Correa con uno de los grupos más infames que aterrorizó a Colombia y que tiene a su haber miles de secuestrados y asesinados, implica un compromiso mayor del jefe de Estado, para que, de una vez por todas, se conozca la realidad, hasta ahora oculta por los intereses políticos y el gran aparato de propaganda del gobierno anterior.
El ataque a Angostura, condenable por la violación del territorio ecuatoriano por parte de la Fuerza Armada de Colombia, reveló la existencia de vínculos estrechos entre las FARC y algunos gobiernos de América Latina, como el de Chávez en Venezuela y el de Correa en Ecuador. Las computadoras del segundo jefe de las FARC, Edgar Debia -alias Raúl Reyes- muerto en la incursión, contenían documentos que confirmaban estas relaciones. Reyes había establecido su campamento en territorio ecuatoriano y se organizaban visitas socapadas por autoridades.
El informe de la Comisión de la Verdad formada por el propio presidente Correa y presidida por Pancho Huerta, verificó, entre otros hechos, los vínculos de las FARC con uno de los ministros del gabinete de ese gobierno, su subsecretario, ya fallecido, y una activista de extrema izquierda que ha ocupado y ocupa hasta ahora funciones de alto nivel político. El eventual financiamiento de la campaña presidencial de Correa por parte de las FARC, los acuerdos políticos con Castro, Chávez, Lula, Ortega y Morales, la persistente negativa del gobierno ecuatoriano de calificar como terroristas a las FARC, pese a que secuestraron y asesinaron a diestra y siniestra y mantuvieron a Colombia sojuzgada por la angustia, la inseguridad; y la supuesta facilidad otorgada a narcotraficantes en los últimos 10 años, deben ser revelados en su totalidad para que la ciudadanía forme sus propios juicios.
En suma, el presidente Moreno ha empeñado su palabra para destapar el velo de complicidad con que se han ocultado estos asuntos y se establezcan las responsabilidades políticas y penales a que haya lugar. En estas circunstancias de extrema gravedad, resulta insostenible la presencia de un ministro de Defensa que participa en La Habana en un acto de respaldo a la dictadura de Venezuela, claramente vinculada al narcotráfico, un ministro del Interior que aparece perdido en el manejo de este tema y una Canciller que, lejos de buscar la amplia cooperación internacional, está dedicada a su promoción personal.