Francisco Carrión M.
Embajador de Ecuador en EE.UU.
Los países tienen intereses y objetivos en sus relaciones y Ecuador, por supuesto, tiene los suyos. Sin duda, la seguridad, la convivencia en paz, los derechos humanos, la democracia, son prioritarios. Ahora se suma a ellos el desarrollo en su amplia concepción -económica, industrial, educativa, financiera, social, cultural- que en la coyuntura es indispensable para emprender en la ruta del progreso y del crecimiento.
Con tal propósito, Ecuador debe mantener relaciones con todos los países que le den beneficios para lograr sus metas, al margen de consideraciones ideológicas y solamente bajo simples criterios pragmáticos y de complementariedad. Hace tres años visitó por primera vez en la historia de nuestro país un Presidente de China, segunda y ascendiente potencia mundial. En una importantísima aproximación de la cual creo que el gobierno de la época no supo sacar el provecho suficiente.
En los próximos días ocurrirá algo parecido. Llegará en visita oficial el Vicepresidente de los Estados Unidos, Michael Pence. Será la segunda de un dignatario de ese nivel en un contexto bilateral en toda nuestra historia; el primero fue Nixon, en 1958. A propósito, llama la atención que ningún jefe de Estado de ese país haya visitado el nuestro a pesar de su cercanía en todo sentido….
Si bien entre los dos países ha habido y hay entendibles diferencias por sus asimétricas realidades, como es entendible en toda relación bilateral, también hay coincidencias. Respecto de las primeras hay que buscar que se limen y se superen y de las segundas, intentar que se desarrollen y aprovechen aún más por el bien de ambas naciones.
Este hecho tiene que valorarse en su justa dimensión, sin apasionamientos ni prejuicios. Es una demostración del interés de los Estados Unidos en Ecuador y del Ecuador en los Estados Unidos, que no deben vivir de espaldas sino de frente en diálogo franco y mutuamente fructífero ideologías aparte y con pleno respeto a los principios internacionales. Ello beneficiará a ambos países.
Con la nueva conducción de la Cancillería, renovada y sin la hiperidelogización del pasado, ese pragmatismo se hará presente. Ecuador deberá plantear sus aspiraciones con franqueza y escuchar las del visitante. Con ello se fortalecerán las relaciones que están en franca mejoría.
En la mesa deberán estar muchos temas que nos preocupan a unos y a otros sin ambigüedades: inversión, fortalecimiento institucional y democrático, comercio, lucha antinarcóticos, cooperación en salud, educación, vivienda, seguridad, migración, turismo, entre otros.
De este histórico encuentro habrán beneficios compartidos, pero hay que dar seguimiento a lo acordado para que no se tornen en simples buenas intenciones. Es un relanzamiento necesario después de una década desperdiciada de la que se pudo obtener muchas ventajas. ¡Es el momento!