Se está creando un sentimiento de enojo que deriva en prácticas violentas en ciertas actividades como el fútbol.
Hay antecedentes. La formación de barras partidarias de los diversos equipos, cambió a confrontación verbal. Más tarde, algunos exaltados prefirieron agredir físicamente a los adversarios y al árbitro.
El problema se agravó e hizo necesario colocar mallas para separar completamente a los asistentes y jugadores. El ánimo se aplacó y las mallas fueron eliminadas parcialmente.
Mas, en el campo de juego se nota un avance de la agresividad, cuyos hechos mayores están a la vista: no respetan ni al juez. En la semana pasada, un iracundo agredió al árbitro, en la cancha, lo cual indujo a la posibilidad de que los jueces se negaran a pitar.
Personas con amplio conocimiento e historial deportivo, han emitido sus opiniones. Mario Canessa expresó: pareciera una etapa en que el fútbol local se desarrollase en la selva. Por otro lado, se registró un delicado entredicho entre el Presidente de El Nacional con un comunicador, que fue difundido in extenso por las redes sociales. El comunicador se acercó al Presidente del Club sosteniendo un envase de gas pimienta. Diario El Universo informó ampliamente sobre este suceso. El Presidente de El Nacional mencionó ataques del comunicador, quien le dijo: “No te pego porque eres un anciano”. El dirigente del equipo militar aduce que son dos años y medio de ofensas del comunicador contra él. A su vez, el comunicador alega que el General caminó 80 metros hacia él y pensó que le iba a echar del complejo deportivo. Intercambiaron conceptos aclarando que él no habla a espaldas de nadie sino en la radio. Que retrocedió “pues no se trata de irse a los golpes”.
Aparte de estos reprochables incidentes, cualquier ciudadano, sin ser experto en fútbol, advierte un contraste notable entre el modo de juego en los clubes de Europa y el desempeño de algunos jugadores en los equipos ecuatorianos. Estos, acuden demasiado a la agresión física. A veces causan lesiones de diversa gravedad; caen aparatosamente en el piso, se dan vueltas cual si estuvieran en estado muy grave. Lo que les falta de técnica, les sobra de agresividad.
En Quito, donde prolifera el buen humor, algunos comparan lo que se observa en los equipos de Europa y comentan: en nuestro país los asistentes obligatorios al estadio, deben ser los jugadores, personal médico ya que sus revolcones hacen sospechar daño muy grave; también debe estar la ambulancia de Cruz Roja; y, en casos extremos, una funeraria, pues parece que en algunos episodios, el resultado es muerte.
Caballeros: más fútbol y menos violencia.
Algunos “hinchas” deben cambiar su conducta, pues el estadio no es lugar para ofender ni ring de box amateur. El control es y debe ser para todos, sin excepción.