Por el deseo de enterrar al correísmo y agradecidos por recuperar un clima de concordia y libertades, la mayoría de ecuatorianos decidió mirar hacia otro lado frente a hechos cuestionables de actual gobierno.
Lo prioritario hoy es la consulta del 4 de febrero, donde la mayoría seguramente votará sí a las siete preguntas. Con ese norte, los ciudadanos y un buen número de observadores y políticos optaron por tolerar algunos pecados oficiales. La consigna vigente es algo como “ya luego habrá oportunidad de exigir y ponerse críticos”.
Parecería una postura justa para alcanzar fines superiores. Es la misma lógica del correísmo. Pero el fin no justifica los medios, y varios de los actuales minan aún más la alicaída institucionalidad.
Se aplauden las libertades y el clima de diálogo instaurado por Lenín Moreno, también se agradece su lenguaje amable. Es excelente que haya puesto fin a las sabatinas, es loable el destape de la corrupción y el procesamiento a los sospechosos y es bueno exponer datos sobre la ineptitud con la que se gobernó el país. Pero hay más.
El tema de la consulta, por ejemplo. El presidente decidió convocarla una vez que venció el plazo que por ley tenía el Tribunal Constitucional para pronunciarse. Algunos justifican el movimiento, mencionando que Rafael Correa hizo algo similar. Cierto, pero cuando el ex presidente actuó de tal forma no existía el reglamento que indica que el plazo se modifica si se interponen observaciones, lo que sucedió en este caso. Claro que la ley está sobre el reglamento, pero seamos sinceros, aquí el gobierno actuó por pura estrategia política. El espíritu del reglamento no importó, aunque fue dictado precisamente para casos como el llamado a la última consulta.
El tema del cuestionado presidente del directorio del IESS. La Contraloría lo destituyó pero Moreno hizo caso omiso, hasta que el funcionario renunció.
Los diálogos con empresarios y otros sectores. Todo pareció una pantomima. Tiempo y recursos perdidos. Al final, Moreno y su equipo –el mismo de Correa- se torearon las propuestas y repitieron el libreto económico de la década anterior.
Audio de Eduardo Mangas, secretario de la Presidencia. El funcionario habla de fraude electoral, estrategias cuestionables y uso de dinero público para garantizar a Correa apoyo de personal. Cosas graves que parecen no mover el piso de casi nadie.
Otro asunto es mantener, sin ruborizarse, a gran parte de funcionarios del gobierno anterior, responsables de la década perdida. Habría que agregar, entre otros temas, la política internacional regresiva y alineada al madurismo, y hay más.
El morenismo adolece de coherencia, transparencia y quizás hasta legalidad.