La coyuntura

Entendamos la coyuntura política por la que atraviesa el país. Vivimos un año preelectoral, con un Gobierno desgastado pero que mantiene importantes niveles de apoyo, una creciente movilización social y una oposición que, fragmentada, muestra signos de recomposición.

La coyuntura política se mueve en un contexto económico que la determina. El fracaso del modelo económico de Gobierno y las señales que nos deja, a saber, que sin extraordinarios ingresos petroleros se cae la propaganda de cambio de la matriz productiva y solo nos queda una economía que se deteriora por todos sus flancos, graves problemas de liquidez y un Estado obeso que solo tiene en el endeudamiento -un endeudamiento caro y poco transparente-, la única manera de sobrevivir artificialmente.

La lógica del Gobierno es endeudarse para mantener hasta las próximas elecciones la ilusión revolucionaria que lo ha sostenido políticamente. Pero el país ya no le cree como antes y el objetivo estratégico de Correa de mantenerse en el poder más allá del 2017 está en peligro. El dato clave es una ciudadanía polarizada que en un enorme porcentaje, quizá cercano a la mitad del país, ha empezado a buscar otra opción. Correa perdió la hegemonía, aunque siga más o menos en las encuestas.

En eso llega el Papa y nos deja un mensaje de unidad y conciliación. Es evidente que ese mensaje caló en la ciudadanía, pero no cambió la realidad. Y esa realidad está determinada por dos problemas que el Gobierno debe resolver de ahora hasta diciembre: maquillar, ocultar o capear el descalabro económico y sus efectos en términos de empleo y distribución del ingreso; y aprobar las enmiendas constitucionales que posibiliten la reelección de su único activo electoral: el candidato-presidente Correa. Lo primero depende del precio del petróleo y de que el Gobierno no cometa errores garrafales como los proyectos de ley herencias y plusvalía. Lo segundo, un aspecto político por excelencia, dependerá de las percepciones ciudadanas y de cómo los actores se desenvuelvan en el escenario. Por ello, los centros de gravedad de la actual coyuntura política son la economía y las enmiendas; sus variables principales: el precio del petróleo y las estrategias de endeudamiento del Gobierno, por un lado; y la aprobación legislativa de las enmiendas en contra del sentir popular, por el otro.

Muchos creían que las movilizaciones y protestas ciudadanas continuarían con la misma fuerza luego de la visita del Papa. Aquello no era posible. Los ciclos de movilización espontánea de la gente son eso, ciclos. Pero el que hoy estas se vean disminuidas no quiere decir que no estén latentes. Lo de junio 2015 quedó grabado en la memoria colectiva y reemergerá. En la presente coyuntura, el peor error del Gobierno sería pensar que superó el mal momento y que le salvó la campana cual boxeador acosado contra las cuerdas; el peor error de la oposición sería pensar que junio de 2015 seguiría indefinidamente.

La próxima batalla política será por las enmiendas y junio se quedará corto frente a lo que se viene para noviembre y diciembre.

@cmontufarm

Suplementos digitales