La historia de Chile es muy particular por su geografía andina, el mar y su posición austral; por su compleja historia política y conflictos territoriales. Todo, sin afectar su tradicional institucionalidad republicana. Sin embargo, sus avatares políticos – algunos terribles- al final del siglo pasado, se asemejaron a los ventisqueros cordilleranos y a los embravecidos mares del sur.
El domingo volvieron pedagógicamente a escribir una nueva página que ratifica la vigencia, importancia y realismo del centro político. Como sátira – no ironía -se puede afirmar que en estos años sale Sebastián y entra Michelle. Sale Bachelet y entra Piñera.
En América Latina, donde existe la segunda vuelta, muy pocas veces se han dado sorpresas como en Francia donde las uniones de los segundos y terceros algunas veces han derrotado al primero. El caso de Argentina con Macri es diferente, pues el sorpresivo segundo puesto en la primera fue el anuncio de una victoria en la final electoral. En el caso chileno, después de las elecciones, la incógnita sobre la posibilidad de un resultado diferente se fundamenta en la extraordinaria votación que obtuvo Beatriz Sánchez con un 20 %. Sin embargo, aunque en teoría pudiera ser la base para que Alejandro Guillier ronde la cifra mágica del 50%; por eso, el resultado será más asequible para los 35 % de Sebastián Piñera.
Sin embargo, lo importante en el caso chileno, que se repite en otros países, es que triunfan y se consolidan posiciones en el centro político y se margina a las perniciosas posiciones de las extremas izquierda y derecha. A los nostálgicos de Stalin y el Comité Central del Partido Comunista de la URSS, así como a los que todavía no diferencian entre el modelo económico y el terror de los diecisiete de l7 años de Augusto Pinochet.
En el caso chileno es importante destacar que los gobiernos de centro que se turnan significa el fin político los grandes partidos de la segunda mitad del siglo XX: Radicalismo, Democracia Cristiana, Socialismo y Comunismo. Hoy predominan organizaciones de varios movimientos agrupados principalmente un evento electoral sobre la base de un proyecto, no un modelo, liberal o de centro izquierda: libertad económica controlada en un caso, probablemente más liberación en la comercialización del cobre y, en el otro, profundizar en la política social distributiva, principalmente en educación y salud. No un Mesías ni una verdad absoluta ya que la peste del populismo no se registra en la historia del Chile contemporáneo.
Entre nosotros es diferente: no hay derecha como tampoco izquierda, y el centro siempre está en formación. En términos bíblicos esperamos al paraíso guiado siempre por diferentes y ocasionales brujos de la tribu. A un alto costo económico y moral, pues el honorario por servicios se lo paga en petróleo o en las diferentes modalidades tipo Odebrecht.