Del recién llegado...

En sus primeras frases el Vicepresidente llamó a la concordia para avanzar. Pueden parecer de protocolo o de ocasión, pero también la oportunidad para rescatar su mejor sentido e incorporarlas a una estrategia de diálogo y quizás a una posible concertación política, independiente de los procesos electorales en curso. Se trata –si la intención fuera esa- de un proceso y no de acuerdo coyuntural como esa triste imagen que trasmiten los candidatos. Un baratillo en tiempos de hambruna.

Al asumir la segunda función del Estado, el Vicepresidente debe conocer que la situación política es muy similar a la económica: catastrófica. Con la diferencia que para la económica todavía hay seda china, pero la otra –el orden político- no se vende en el mercado externo se la debe hacer casa adentro y es probable sin dólar y con inflación.

El país en este siglo, como muchos, carece de partidos políticos que sean referentes ideológicos de la sociedad política. Incluso, los populistas han reducido sus territorios de influencia y, salvo muy pocos, tienen alguna cobertura nacional sin que en su militancia se destaquen personajes que puedan constituirse en soportes técnicos y profesionales de los próximos gobiernos. Basta ver la pobreza y la anarquía de los últimos días antes de las inscripciones de las elecciones regionales para comprender el precario estado de la democracia.

En Ecuador a diferencia de otros países como España, Chile, Uruguay y en menor escala Colombia o Venezuela no ha tenido concertaciones políticas. La razón entre otras, estriba en que estos procesos resultaron luego de dilatadas y dolorosas experiencias como sucedió en España después del franquismo y en Chile después de Pinochet; es decir, cuando se ha sufrido el terror y el miedo o, como sucederá en Venezuela, cuando se liberen de la peste negra que los extingue. Es una inyección postraumática y el Ecuador no ha sufrido ninguna de esas experiencias en magnitud.

Un paso después, el Vicepresidente debiera proponer un diálogo a solas con el primer mandatario. Sin los diablillos o bufones que a título de asesores pululan en los palacios de gobierno. No se puede estar seguros de la tecnología del contra espionaje, pero tampoco allanarse al silencio. Dicen que el Dr. Velasco Ibarra en temas reservados solo usaba una pluma y un papel para la interlocución. Nada más. También afirman que las necesarias y esporádicas conversaciones entre Jaime Roldós y Osvaldo Hurtado se realizaban en los jardines y pasillos de Carondelet.

Además, el Vicepresidente tiene que tener conciencia del daño que los de la década pasada causaron en centenas de jóvenes : bien ubicados en el vida pública, es fácil llegar a lo más alto y a la riqueza plena. Otto Sonnenholzner –si se puede pronunciar y escribir- no viene del correismo bueno ni malo. Es una ventaja que debe aprovechar el país o echarla por la borda una vez más.

Suplementos digitales