1.- ¿Cuál podría ser el escenario económico del segundo semestre?
Parecería ser que los ingredientes que alimentan a la economía todavía no están disponibles.
Continúan las dudas sobre los cambios que podría introducir el gobierno para superar las barreras creadas con los innumerables ataques al sistema de mercado. No hay señales que demuestren la existencia de un programa económico integral. Eso si, por fin se reconoce que la crisis no era fantasía de unos despistados contadores, sino una realidad pura y dura. Además, desaparecieron las frases denigrantes y los ataques corrosivos contra quienes mantienen tesis diferentes. Y, eso si ayuda a recuperar un ambiente más propicio a la reflexión.
En la exposición hecha por el presidente el viernes de la semana pasada, se apreció afán de enmienda aunque no estuvieron muy claras las cuentas fiscales. Varias instituciones privadas han precisado las inconsistencias y dificultades de conciliar los datos expuestos con los objetivos de control del gasto y reducción del déficit. En la del lunes fue gravitante la confesión de los daños ocasionados por la política fiscal desenfrenada.
El Observatorio de Política Fiscal, Cordes, entre otras entidades han expresado sus temores sobre la viabilidad de las metas propuestas. Ojalá exista en el gobierno la apertura para entablar un debate mediante el cual se esclarezcan los diferentes puntos de vista.
Aceptando el posible resultado oficial de crecimiento del PIB del 0.7% para este año, vistos los resultados de los primeros meses, acompañados de un gasto público desbordado, que explica el “brote verde” de la economía, el segundo semestre, que tendrá como padrino a cierta austeridad, debería ser contractivo.
Proestudios, en su estimación de fines de julio cree que el PIB caerá precisamente en el 0.7%. El FMI, por su parte ve una recesión del 1.6%, con lo cual se ensombrece el horizonte inmediato. Mientras no se encuentre una solución sostenible de la “iliquidez estructural” de la economía, que se la ve con mucha claridad en la balanza de pagos, será muy difícil ofrecer otra perspectiva. La economía sigue entrampada.
2. ¿Se puede confiar en la declaración de guerra a la corrupción?
En esa lucha la sociedad civil ha tenido una presencia vigorosa. Muchos ciudadanos, entidades privadas, periodistas y medios han mantenido acciones de investigación y denuncia de forma sistemática. Han sido perseguidos, en algunos casos sentenciados, multados y perdonados, amenazados, pues para el gobierno anterior estos actos eran simples vendettas de adversarios. Hoy, parece que cambiaron los vientos. El nuevo régimen abrió una ventana de respeto a la libertad de información y opinión. Por lo menos empezamos a ver nuevamente noticieros con información crítica.
La prensa siente que la persecución ha declinado. Falta ver hechos concretos en los medios judiciales. En la fiscalía, pues el ovillo de las delaciones e investigaciones sigue sin desmadejarse.
Sin embargo, el liderazgo del sacudón contra esta lacra recae en el ejecutivo que además de sus declaraciones, que son bienvenidas y van en la dirección que tanto se ha reclamado, debe corresponder con hechos, acciones concretas y definidas. Y, en ese campo tiene bastante por demostrar.
De las informaciones últimas, producto de la delación del ejecutivo de Odebrecht en Ecuador, queda ya evidencia la forma perversa como se amañaron informes en lo más alto del ente contralor del estado. En el nuevo nombramiento sabremos si los cambios no quedan en compromisos verbales. ¿Cuántos casos más están por evidenciarse? ¿Cambiará de actitud la Asamblea y dará paso a una fiscalización seria y objetiva? ¿Será posible reinstitucionalizar los órganos del estado ecuatoriano?
3. ¿Es posible incentivar el ingreso de capitales? ¿Acaso deben castigarse los que están afuera y no desean regresar?
No sólo que es posible sino que es indispensable pasar de esta etapa de repudio a la inversión privada, a la que ahora se añora y solicita su ayuda, a una de convivencia armónica y equilibrada, en la cual la tributación sea razonable y compatible con el riesgo y la rentabilidad para atraerla.
No se deben crear privilegios. La política tributaria debe ser en general lo suficientemente estable, simple, capaz de llamar la atención a todos los inversionistas, grandes, pequeños, nacionales o extranjeros, para que miren las oportunidades que ofrece el país.
Sería un sinsentido de singular importancia castigar a los capitales nacionales que operan en el exterior. Ellos se fueron buscando horizontes atractivos, al igual que lo hace cualquier inversionista extranjero cuando viene al Ecuador. Son parte del juego económico en un mundo cada día mas integrado. Muchos corresponden a empresas creadas en países que ofrecen espacios para competir, al igual que tenemos empresas extranjeras de diferentes orígenes nacionales.
Imponer un tributo a estos activos dejaría sin valor los incentivos y acabaría con el objetivo de dar la vuelta a los flujos de capitales a favor del país.
4. ¿Se alcanzará la recaudación tributaria estimada en el Presupuesto del 2017?
Luce muy optimista, incluso pensando en un recuperación de la economía. Gesplafin, que es un centro de investigación privado que trabaja con modelos matemáticos, estima que las recaudaciones totales, incluyendo las realizadas por la Aduana y el SRI, y descontando los valores correspondientes al terremoto de Manabí, serán del orden de los 13.517 millones de dólares, es decir aproximadamente 1.250 millones menos de los estimado por el gobierno nacional (14.760 millones se dijo en la cadena nacional).