El domingo se llevan a cabo elecciones presidenciales en Colombia. Entre nueve candidatos conocidos por su notoria participación en la vida pública, aparecen como aquellos con mayor opción de pasar a la segunda ronda Juan Manuel Santos y Antanas Mockus.
Ambos tienen amplia experiencia puesto que han trajinado en la vida pública colombiana. Si Santos fue ministro hasta en tres carteras, Mockus fue, en dos ocasiones, alcalde mayor de Bogotá.
Si Santos, como ministro de Defensa, carga sobre sus hombros la responsabilidad de la incursión armada de Angostura -una clara violación a la soberanía ecuatoriana-, Mockus ha sabido jugar con elementos con los que llama la atención. Mostró las nalgas a los estudiantes universitarios, se vistió de Superman, implantó la “hora zanahoria” (cerró las discotecas a las 02:00) y hasta bañó a un contertulio en una mesa redonda.
Santos, candidato del partido de la U (el uribismo militante) cogió el testigo oficialista luego que el establecimiento jurídico, que sí funciona allá, le impidiera al Presidente postularse por una tercera ocasión.
Santos acarrea con los saldos negativos acumulados en ocho años de Gobierno. El escándalo de la “para-política” (legisladores oficialistas acusados de recibir dineros de los paramilitares en la campaña), los falsos positivos (inocentes asesinados por el Ejército y presentados como insurgentes muertos en combate), espionaje telefónico y algunos casos de corrupción y deudas sociales claras como la rémora en la asistencia de salud y el alto desempleo.
Sin embargo, la política de seguridad democrática –la lucha contra la narco guerrilla de las FARC– es aquel punto que le da al Presidente saliente alta popularidad (71%) y el activo político que el candidato oficialista puede exhibir como tarea cumplida por el bienestar de la sociedad colombiana, aunque para derrotar a las fuerzas irregulares armadas se tardará muchos años.
Mockus, con notables títulos académicos, como su rival, exhibe el pergamino de la novedad: es candidato del Partido Verde, invoca al voto de opinión y brega por la instauración de la paz en Colombia desde la legalidad. Los críticos lo ven con poco vigor para combatir la guerrilla o muy cercano a Hugo Chávez, cuya imagen en Colombia es deplorable.
Para la segunda vuelta es difícil predecir el destino de los votos que se definirán hasta la tercera semana de junio y que se deriven de las otras fuerzas en la disputa, aunque la mayoría provenga de candidatos más alineados con el establecimiento clásico como conservadores, liberales o el izquierdista Polo Democrático.
Desde este lado de la frontera se anhela continuar por la senda del pleno restablecimiento de relaciones para reconquistar una ruta de hermandad histórica, prosperidad y objetivos comunes, valores superiores de los dos pueblos, más allá de las visiones ideológicas y políticas de sus gobiernos.