Las conversaciones de paz entre el Gobierno de Colombia y las FARC -la guerrilla marxista que con su ola de violencia indiscriminada viene asolando a Colombia desde hace décadas- continúan su curso. La esperanza de alcanzar la paz sigue felizmente en pie. Así lo acaba de expresar el propio Presidente de Colombia, quien indicó que, “si hay voluntad de paz”, se podría terminar el conflicto armado interno este mismo año. Para lo cual pidió “que se dejen los odios de lado”.
Mientras tanto, en el terreno los enfrentamientos militares, los secuestros y los atentados de la guerrilla, como el recientemente realizado con un coche bomba, en la zona rural de Cauca, se reiteran. El Gobierno de Colombia, como es su deber y había anunciado desde el vamos, no ha detenido las acciones militares en curso contra el flagelo de la guerrilla. Y ésta está respondiendo con su acostumbrada violencia.
En paralelo, las liberaciones de rehenes secuestrados por las FARC y por el Ejército de Liberación Nacional (ELN) se suceden, como sugiriendo que la etapa que se vive es distinta y podría ser la final. En esto, la Cruz Roja Internacional sigue acumulando éxitos en su silenciosa pero efectiva labor humanitaria. Esta vez les tocó el turno a dos policías secuestrados en enero pasado y a cinco trabajadores mineros, que también habían caído en cautiverio a comienzos de este año, dos peruanos y tres colombianos. La guerrilla mantuvo, sin embargo, secuestrado a un directivo canadiense de la minera Geo Explorer, Jernoc Wobert. La guerrilla parece tener contra los hombres y mujeres de habla inglesa un irracional odio muy particular. El presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, lamentó y calificó de inaceptable la no liberación del canadiense. Telesur – emisora televisiva de izquierda que difunde la visión bolivariana en la región, de la que nuestro país ha sido y sigue siendo accionista fundador- transmitió en exclusiva la liberación. Por exigencia de los guerrilleros, asistió a la entrega la ex senadora colombiana Piedad Córdoba, reconocida por su simpatía con Cuba y las FARC.
Entre las nuevas exigencias de la guerrilla está la de legalizar los cultivos de marihuana, amapola y coca, de los que obtiene un importante flujo financiero. No es sorprendente, pero la posibilidad de acceder a ese insólito requerimiento parece nula.
Curiosamente, entre los elementos recientemente secuestrados a la guerrilla por las fuerzas armadas colombianas, acaba de descubrirse una increíble fotografía del propio jefe del equipo negociador de las FARC, Luciano Marín Arango (alias “Iván Márquez”), en la que aparece vestido con el uniforme de la guerrilla y subido a una poderosa motocicleta Harley Davidson, de color rojo, Parecería que, por lo menos para algunos, una cosa es expresar formalmente su repudio hacia los norteamericanos, y otra, bien distinta, es querer imitarlos culturalmente.