En los procesos de recuperación de paz tras largos años de guerra, el tema de la memoria –su rescate- es crucial. Es clave saber cómo y por qué se dieron las cosas; cómo, quienes y por qué murieron comunidades enteras; qué pasó con la tenencia o usurpación de tierras, la movilidad humana ahora o ayer. No se puede vivir desconociendo tus ancestros; la memoria sabida empodera, te da las herramientas necesarias para trabajarte desde los afectos hasta las tomas de decisión más colectivas. Es útil para niños de escuela, políticos o empresarios. Sin discriminación alguna. Mas la/s Historia/s no se inventan, parten de muchas fuentes de verificación, una de ellas, potente, es la revisión de documentos en los repositorios. Nuestra tarea como historiadores, de la biología o la economía, es tenerlos a mano y revisarlos.
Una visita al Archivo General de la Nación en Bogotá, de la mano de la arquitecta María Elvira Madriñán, viuda de Rogelio Salmona –autor de este potente monumento-, vuelve a llenarme de ideas y emociones. Si su arquitectura de ladrillo visto es verdaderamente bella, segura, convocadora, de espacios humanamente acogedores, no deja de ser más impactante aún el que una enorme cantidad de fondos-documentos referentes a la marcha de los ministerios, organismos públicos civiles y religiosos, mineros o de esclavos, desde la colonia hasta nuestros días, hayan podido ser centralizados en un sitio de acceso público. Buena cantidad se hallan catalogados y digitalizados para evitar su manipulación; una enorme estructura los guarda celosamente. Muchos han pasado ya por las manos de conservadores profesionales, comenta Carolina Lamo, quien nos muestra un documento rescatado que detalla las cuentas de algún municipio; una joven catalogadora comparte el seguimiento de las aduanas en Barranquilla o Santa Marta y los casos de corrupción de principios del siglo XX.
Y el Archivo no es solo lugar de eruditos y estudiosos, la institución organiza exposiciones como la que se abre en breve: “ Llamado huérfano: orfelinatos, internados y escuelas de misión en Colombia”. Y lo hace porque el fin es difundir la investigación, crear nuevos conocimientos para una población educada. Y lo hace para convocar la presencia de niños que vienen a jugar aprendiendo. A su vez, la institución tiene una amplia programación de capacitación y formación para archiveros como la actuales “Jornadas de asistencia técnica regional en el departamento de Antioquia”, en Medellín.
En nuestro país, el Archivo Nacional es la última rueda del coche al que incluso se lo quiso “quasi” clausurar al intentar moverlo a un lugar inaccesible y disfuncional como Ciudad Alfaro. Desamparado, como todo aquello que suponga construirnos propios y libres.
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